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- llegue lo más rápido que pude - Alejando coloco sus manos sobre sus rodillas, intentando recuperar el aire perdido

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- llegue lo más rápido que pude - Alejando coloco sus manos sobre sus rodillas, intentando recuperar el aire perdido.

- esta bien, pero tu hija es una bruta - dice riendo Jovita.

- y bueno, su papá también - Zahi descansaba al lado de su hija, quien dormía tranquilamente en la Camila.

- ¿por que no la llevaron al hospital donde estoy yo?, al menos para no venirme en bici desesperado de lo que paso.

- fue todo muy rápido amor, pero bueno, acá esta Sebastián - la rubia le sonrió, intentando tranquilizarlo.

- si, yo apenas me dijeron la atendí - el hombre de ojos celestes miro a su amigo - ¿como andas Alejandro? 

- muy bien, cansado y asustado nomás, tuve que dejar apenas quede libre para venir, suerte y me dejaron irme cuando les dije que mi hija estaba en otro hospital - el sonrió dándole un abrazo - ¿vos? 

Alejandro y Sebastián se conocieron en la universidad de medicina, y desde ahí que se convirtieron en buenos amigos.

- bien - el asintió  bueno, como dijo su señora, Zahi - el sonrió al verla - esta todo bien.

- ¿pero que paso?, ¿como se callo? - pregunto, Zahira palmeo la silla al lado de ella, indicándole a Alejandro que se siente.

- estaba jugando a que era una princesa y se subió a una silla, con los taquitos esos que le comparamos la otra vez, y se ve que se resbalo con uno de esos y se cayo de jeta al piso - le explico la rubia, mientras le daba mimos a la mano de su pareja.

 - no puede ser tan brusca - Alejandro se mordió el labio sonriendo. 

- es una chiquita con imaginación, va a tener muchos sueños de grande - Jovita sonrió mirándola, en su mano levaba un rosario color rosa, el cual coloco en las manitos de la pequeña.

- quiere ser medica, ayer la vimos agarrando su rana de peluche y sacando uno de tus estetoscopios para chequear que estuviera "vivo" - rieron por eso.

- ¿y vieron lo bonito que baila?, preciosa mi niña - Jovita la miraba con dulzura, haciendo que el corazón del hombre se derrita.

la panza del hombro gruño.

Sebastián, que estaba checando la temperatura corporal de la niña, les hablo.

- esta un poco caliente, pensaría que se tendrá que quedar esta noche por las dudas a que algo se presente, puede estar bien ahora, pero es una nena y fue un golpe importante -

- yo tengo que volver, tengo guardia, pero toma - le extendió plata a la rubia - cómprense algo para comer y llámenme cualquier, pero les digo cualquier cosa.

- Jovita, ¿vos no queres ir a casa?, me quedo - la rubia le sonrió a la mujer.

- no mi amor, les hago compañía, total no tengo mucho que hacer - la mujer se sentó en una de las sillas que estaban libres.

MENTIRA; Felipe Otaño (La 1-5/18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora