‐ number eleven.

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Disclaimer: One Piece pertenece a Eiichirō Oda.

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Para buena o mala suerte de ustedes, contaremos esto desde la triste y desesperante vista de los secuestradores de octava.

Ellos estaban trabajando para unos cargos más altos que necesitaban niños para subastas, si bien ya todo el tema de la esclavitud estaba casi terminada hace ocho años habian lugares que pagaban tan buen dinero.

El mal nunca se iría por completo del mundo, es algo que ellos habían aprendido y se aprovechan de ello.

Estaban buscando en ese momento a niñas pequeñas, les habían destacado que no importan edades, no querían ni siquiera preguntar para qué seria así que solo buscan y se llevan a las que estuvieran más descuidadas de su alrededor.

Fue entonces cuando vieron a una mocosilla, de unos cinco a siete años por su aspecto, serviría. Estaba sola en el parque, solo en el lugar había un hombre posiblemente drogadicto tirado en un árbol durmiendo.

Ok, esta vez seria de las fáciles, lo que no previno es que aparecieron montones de pequeños de la nada.

Venían de la escuela de al lado.

—¿Cambiamos de niña? —preguntó uno.

—No, los padres están aquí, la de pelo negro esta sola.

Oh, pobres almas en desgracia que eran ellos tres.

Cuando la niña se alejó del resto de personas en lo que parecía una intensa persecución a un escarabajo se acercaron cada vez más.

—¿Qué intentan? —preguntó la misma niña sin aún voltear a verlos.

¿Cómo los sintió?

—¿Qué tienes ahí niña?

—Un escarabajo hercules. —levantándose y volteando a ver a los tres que estaban a un paso de retroceder ante lo cerca que dejó el insecto de sus caras.

—Interesante ¿porque no nos sigues y buscamos más de esas cosas? —quiso tomarle de la mano pero la pequeña y dulce niña fue más rápida y esquivó la mano del que tenía en frente y un poco al de atrás.

Ya le tenían medio rodeada.

—¿Intentan secuestrarme? Tío San dice que eso es malo. —fue lo que dijo mientras tomaba una posición más segura para ella y repasaba levemente sus lecciones en su cabeza.

—La chiquilla comienza a colmar mi paciencia. —murmuró uno de sus compañeros en su espalda.

Desde atrás se entregaron una bolsa de tela y una cuerda, estaban ya preparados, solo era cuestión de saltar al mínimo de miedo de la chiquilla, pero no estaba para nada asustada.

Room.

Una atmósfera les rodeó, todo se veía con un leve azul ¿que mierda?

—Tio Torao ¡mira!

Una presencia amenazante venía desde atrás de ellos, cayeron en sus rodillas, sudaron e incluso uno vómito al revoltijo que se le había formado en el estómago.

La niña, ni se inmutaba.

—Un escarabajo muy bonito. —dijo la voz acercándose, pasando casi por el medio de los tres tontos y haciéndole un gesto a Umiko para que se subiera a sus brazos.

Ella aceptó encantada, ya que nunca se mostraba tan cariñoso como ahora e iba a aprovechar la oportunidad.

—¿Me lo puedo quedar?

Law acomodó dócilmente a la pequeña en sus brazos, evitará un poco el drama, así que caminó dando la espalda hacia el pequeño espectáculo de débiles que estaba en el suelo.

—Deberías preguntarselo a Jimbe o Nami.

—¿Y por qué no a papá?

—No tiene una opinión muy válida, menos cuando hay escarabajos de por medio. —comentó sacando su espada. —Cierra los ojos, cielo.

Umiko obedeció y se aferró al pecho de de Law mientras en vez de tapar sus ojos tapaba sus oídos.

—De todas las personas que habían elegido a esta niña. —comentó divertido de la situación, puede confesar que hasta una sonrisa se le escapó y eso hizo que los tres miraran hacia arriba, se asustaron cuando lo vieron.

¿Ese era el cirujano de la muerte?

—Se metieron con la princesa de los mares ¿saben?

Pobre trío de condenados, en sus cabezas no estaba procesando toda la información, en la mano del renombrado pirata estaban tres corazones mientras recibían seguramente una revelación que muy pocos sabían ¿esa era la mocosa del rey pirata?

—Per-perdonanos.

—Yo no perdono, así que no. —quisa fue muy brusco a la hora de apretar los corazones, pero se estaban metiendo con Umiko, su sobrinita e hija de seres queridos —muy a pesar— de él.

Fue rápido, más del que le gusta, pero si le preguntaban a Law porque habían tres cuerpos partidos en varias partes con su fruta, seguramente fingiría demencia y seguiría en su camino.

Esos tarados no volverían a secuestrar niños.

Para cuando volvieron al barco Zoro los esperaba, despierto cabe decir.

—Hola Umi ¿cómo te fue? —preguntó amistosamente mientras veía como subían.

—¡Conseguí un escarabajo! —levantó al insecto que sólo estaba calmado en la mano de la niña.

—Eso es bueno ¿algo más que reportar?

Nopi. —la dulzura y la voz infantil que mantuvo hizo que Zoro le mirara fijamente.

Cruzó sus brazos para enfrentar a la mocosa. —Preguntaré nuevamente, como vice capitán te pregunto ¿algo que reportar?

Umiko le sacó la lengua, infantil pero ya cambiando el semblante. —Eres malo ¿para qué preguntas si sabes?

—Porque espero que me lo digas tu.

—Eso no es divertido.

—Para ti al menos, que eres una pequeña manipuladora.

—Al menos aprendí algo de la tía Nami ¿no?

—¿Qué? —preguntó Law desconcertado.

¿Esa era la tierna y dulce Umiko? ¿La pequeña que se tapó los oídos asustada mientras mataba a tres imbéciles?

Zoro miró a Law, dándose cuenta de la situación. —Oh, Torao no sabe el pequeño secretito tuyo.

Umi solo le hizo una mueca con enojo infantil que desaparecía para la hora de la merienda, tomó el gran peluche que tenía en la cubierta y se dirigió a su cuarto, al menos se había divertido un rato.

Zoro se giró a su aliado y amigo. —Bueno ¿sabías que no es la primera vez que manipula a alguien para ir al parque o conseguir algo?

Pobre Law, debería haberlo pensado en algún momento.

—No te preocupes, todos nosotros pasamos por ello ¿dio algún problema?

—Ella no, pero unos tipos sí.

—Algo pude notar ¿que hay de ellos?

—Nada que sea de interés, no volverán a molestar.

Vaya, parecía que hablaban del clima con tal normalidad y tranquilidad… Bueno, en verdad era así, cada que habían problemas no dudaban en acabar con ese y más si es que estaba cerca de una persona preciada.

Luffy no diría nada, porque defiende a los suyos.

—¡Papá ¿adivina que hice?!

Él ya sabía, su haki era demasiado bueno pero no le hacía mal fingir algo de demencia y disfrutar que le contaran la pequeña aventura.























Sobreviví a la semana de cátedras... en 15 dias dan las notas, asi que ponganse a rezar para que me vaya bien porque de esto dependen los capítulos.

Princesita pirata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora