10 - Las cosas claras

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Era un tipo medio raro, pero me cayó bien...

Payaso de rodeo
Caballo dorado

Me gustaba ir a la discoteca porque obvio me gustaba bailar, la cosa era que, cuando iba a fiestas o a eventos así, no le decía que no al alcohol, y este me hacía decir estupideces

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Me gustaba ir a la discoteca porque obvio me gustaba bailar, la cosa era que, cuando iba a fiestas o a eventos así, no le decía que no al alcohol, y este me hacía decir estupideces.

Normalmente me valía, porque casi siempre eran cosas sin sentido y muchas risas, pero esa noche no fue así.

Esa noche pasaron cosas que no medí. Di pie a lo que se venía después sin siquiera imaginarlo. Probablemente, era algo que pasaría más adelante, pero sin duda habría hecho mejor las cosas sin comprometerme tanto.

Soy consciente de que tomé muchas malas decisiones, y viví las consecuencias sin poder quejarme mucho porque me las busqué.


Septiembre 2003


Me sentí inquieta al pensar que era Edgar, pero solamente se trataba de Martín y un amigo que le acompañaba. Juan le hizo señas para que se acercaran. Se sentaron junto él y su novia, al tiempo que presentaba a su acompañante. Marina se acercó a saludar al nuevo, creo que lo conocía por su hermano.

Más parejas seguían metiéndose a la pista ambientándose, y yo estaba que no aguantaba la risa al ver el lío que se armaba cuando comenzaba a sonar Payaso de Rodeo. Tornado era una discoteca de temática Country, así que no iba a faltar la pieza.

—¡Vamos, Natalia! —gritó Bere desde la pista haciéndome señas para que me animara a bailar, pero negué con la cabeza. Era mejor verlos desde donde estaba, pero mi diversión se terminó cuando Martín se sentó a mi lado.

Como dije antes, él era mi cortina de humo en la secundaria, pero hice una mala elección porque debido a que era amigo de mi hermano Isaac, tenía que mantener mi distancia.

Al principio traté de tenerlo como un secreto cuando Bere dijo que andaba preguntando por mí, pero un día alguien del salón la escuchó y el chisme se corrió más rápido que nada. Se lo dijeron a él, y eso alimentó su ego. Andrea y Helena, otras dos amigas de la secundaria, lanzaban indirectas cuando nos topábamos con él en los pasillos. Obvio que eso era cuando Isaac no estaba con ellos, y pues Martín se hacía el que no le interesaba.

Ellos se iban, pero yo me quedaba con mis amigas tratando de esconder y disimular la humillación adolescente del rechazo indirecto; bueno, ni tan indirecto.

Tiempo después, llegó el motivo necesario para desviar esa atención a mi supuesto crush, y fue que Mónica, una compañera del salón con la que no me llevaba nada bien, se ligó a Martín y no tardó en hacer alarde de su hazaña.

El D.J. que trabajaba en esa discoteca, era mi primo Francisco, y al igual que el resto de la gente, se partía de la risa al ver como las masas chocaban unas con otras en total descoordinación.

Cuando la lluvia caiga | [+21] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora