32 - Improvisación

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Soledad, dime dónde están esos ojos que robé para en ellos navegar, pues en ellos encontré mi mar...

Si supieras
Mago de Oz

Si supierasMago de Oz

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Improvisación.

Mi vida se ha convertido en una constante improvisación desde que el norte de m brujula se fue, y no hice nada por evitar que eso pasara.

Me guardé muchas cosas, y no sabía lo dañino que eso podía ser.

Creí que podía con todo por ella, pero no.

Después de todo lo que se dijo, me sentí muy culpable, y la rabia me dominó.

Si bien no pude cuidarla como debía ser, pude al menos partirle la madre a ese cabrón aunque mi lado racional gritaba que con eso no se arreglaría nada y no repararía el daño que ella sufrió. Aun así, fue un desahogo a todo lo que en ese momento se acumuló en mi interior. Fue la liberación de todo lo que me atormentó por sentirme un inútil que no supo protegerla.

No debí callarlo.

Siempre juzgándola por su miedo al riesgo, y mi supuesta precaución resultó ser peor, porque no me arriesgué a aclarar con ella mis sospechas.

El último recuerdo que tengo de ella, es su rostro demacrado, los ojos exageradamente hinchados por llorar, y dolor en su mirada. Un dolor que en ese momento no sabía como curar y me sentía aun más inutil.

Después de eso, no pude verla a los ojos.

La evité, y el día que logró encontrarme, afuera de la facultad, no pude verla, ni hablarle.

No me sentía digno de ella porque sufrió y lo pude haber evitado.

Me alejé para pensar las cosas, estaba muy aturdido por todo.

Cuando por fin me sentí listo para hablarlo, se había ido.

Dejó una carta con Joaquín, y se fue.


Marzo 2004


Había bebido mucho, sí, pero por alguna razón, lo recuerdo todo.

El estruendoso ruido de la lampara y el perchero cayendo al piso, me delató.

Detuve mi caminata hacia la cocina en cuento las luces se encendieron, y me giré para encontrarme con mi mamá completamente decepcionada de mí, pero no me importó.

—¿Pero qué...? —Miré al suelo. No quería dar explicaciones—. ¡Vienes borracho!

—No vengo borracho —dije atropellando las palabras, le di la espalda, pero ella me hizo volver a verla tras tocar mi hombro.

—¡Por supuesto que vienes borracho! —insistió muy molesta.

—No estoy borracho, mamá.

—¿Qué tomaste?

Cuando la lluvia caiga | [+21] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora