Solo si pudiera dibujarte una escena de mis sueños, donde siempre estás presente...
Cuidarte el alma
ChayanneLa suerte me sonreía por primera vez
Después de todo el infierno por el que, hasta ese momento, tuve que pasar, tenía su meta final. Una salida viable.
Me apresuré a los hechos, y haber planeado las cosas me lo echó a perder.
Era el preludio a mi destrucción.
Estaba por derrumbarme y no lo vi venir porque me dejé deslumbrar por esa falsa suerte que llegó prometiéndome lo mejor.
Sí era una salida, pero no tenía qué ser así de fácil.
Septiembre 2003
Después de una divertida noche, esperé a que Abel despertara, pero seguía dormido como piedra y me escabullí al ver la hora. Era tardísimo que apenas y me alcanzaría el tiempo de correr a la casa, cambiarme e irme al trabajo.
—¿Dormiste bien? —cuestionó Isaac al verme entrar, sin quitar la vista de la tele.
—Supongo —contesté encogiéndome de hombros, y subí por las escaleras.
Entré a la habitación buscando ropa en el armario para después meterme al baño. Una vez que comencé a desvestirme, la puerta se abrió de golpe y asomó Mario, por lo que apresuré a cubrirme con una toalla que estaba colgada.
—Que sea la última vez que duermes fuera de la casa —advirtió desapareciendo el espacio que nos apartaba.
Evité mirarlo, pero eso no era algo que a él le importara, era claro que mientras me infundiera miedo, el resto poco le importaba.
Con un movimiento brusco, volteó mi cara hacía el, y deslizó el dedo pulgar hacia mis labios, haciendo presión sobre la herida abierta. Tuve que aguantar el dolor viendo de soslayo que sonreía disfrutando cuanto me dolía el tacto. Se acercó más a mí, tomando un mechón de mi cabello, y lo olfateó.
—Hueles como una cualquiera —susurró—. Sabes lo que te espera si me entero de que no dormiste con tu amigo, ¿verdad?
No respondí, en su lugar lo empujé con intención de sacarlo del baño, pero él estiró de la toalla al tiempo que retrocedió con el empuje, dejándome descubierta. Me miró de arriba a abajo con diversión, provocando que me avergonzara, por lo que intenté quitarle la toalla, pero la pasó sobre su hombro caminando hasta acorralarme contra la pared.
―Salte, Mario ―pedí derrotada, con la voz temblorosa sin mirarlo.
—¿Y qué si no quiero? —desafió con diversión, sabía que me intimidaba.
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Cuando la lluvia caiga | [+21] ✔
RomanceImagina encontrar el amor en el lugar más inesperado: los brazos de tu mejor amigo. Pero, ¿qué sucede cuando el pasado llama a la puerta y altera el delicado equilibrio de tu vida? Este conmovedor relato, ambientado en una comunidad marginada, explo...