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El día de las dichosas exposiciones de arte había llegado y mis nervios se estaban apoderando de mi cuerpo

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El día de las dichosas exposiciones de arte había llegado y mis nervios se estaban apoderando de mi cuerpo. No me asustaría que tanta gente se me acercará, lo que si me asustaba era que mi musa estuviera por ahí y se diera cuenta que era él.

La señorita Trelawney nos había dicho que varios profesores y directivos estarían ahí presentes. Quería tener el mayor número de gente porque quería presumir lo talentosos que eran sus niños.

Lo único que, si agradecía era que todos los alumnos no estarían ahí, por eso lo habían hecho en fin de semana. Un peso menos.

Mis amigos estaban sentados en mi cama mientras veían el conjunto que usaría. Me coloqué mis tacones y me puse frente a ellos.

—¿Y? ¿Qué tal les parece?

—¿En serio vas a aguantar los tacones? —pregunto Blaise, restándole importancia a mi pregunta.

—¡Te ves muy linda! —dijo Mattheo, ignorando por completo al moreno.

—Así es. Seguro que llamas la atención de muchas universidades —añadió Pansy mientras yo me daba los últimos vistazos en mi espejo—. Que, por cierto, aun no nos has enseñado tu pintura.

Detuve lo que estaba haciendo y no dije nada, fingiendo que no había escuchado.

—¡Es cierto! —se unió Mattheo—. Sabemos que no la puedes sacar de la escuela, pero ni siquiera nos has dicho de que se trata.

¿Qué se supone que les diría ahora? Claro que podría mentirles, pero existía la posibilidad de que se dieran cuenta y que no me dejaran de insistir aún más.

—¡Maddison! —grito mi madre fuera de la habitación.

Y ese grito fue mi perfecta escapatoria.

—Dios, ya es muy tarde —ni siquiera había visto la hora. Tome mi bolso—. Vámonos ya.

Mis amigos dejaron de insistir y se concentraron en salir lo más rápido que pudieron.

Como no podían entrar a la exposición, por lo menos me llevarían y me recogerían. Papá seria nuestro chofer, así que opto por llevar nuestra camioneta para comodidad de todos.

Mis amigos hablaban muy animadamente con mis padres, pero yo no decía nada. Estaba muy preocupada por si el señor Nott estaría ahí.

En las clases, evitaba verlo y me concentraba solamente en mi cuaderno, aunque no hubiera actividad que hacer. Simplemente no quería llevarme la sorpresa de que me estuviera viendo, y no quería que él me atrapara mirándolo.

Gracias a mi bella amiga Pansy, me ahorraba el hecho de ir a su escritorio a dejar mi trabajo. Siempre se ofrecía a ir a dejarlo ella y, solo por esta ocasión, aceptaba.

Note que ya habíamos llegado a la escuela y las ganas de hacer pis me gobernaron.

—Bueno, creo que es hora de irme —baje del auto—. ¿En serio se quedarán aquí hasta que salga?

𝒪𝓁𝒹ℯ𝓇 - Theodore Nott.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora