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Theodore Nott

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Theodore Nott

A veces odiaba tanto a Arthur. Nunca lo habían obligado a comprometerse —y no planeaba hacerlo—, lo cual me veía en la incómoda posición de soportar como cada chica le rompía el corazón. Estaba harto.

—Juro que esta era la buena —el alcohol le hacía arrastrar las palabras. Tomo la botella y le dio un gran trago—. Yo la amaba —lloriqueo.

Había llegado de sorpresa, asalto el mini bar y termino llorándole a la pared. Era un abogado tan serio, pero tan inmaduro al enfrentar sus problemas.

Me pidió que lo acompañara con unos tragos, al principio me había negado, pero era hacerlo por mi propia cuenta o que un gigante fornido me embutiera toda una botella de licor.

No sabía si era mi avanzada edad o que carajos, pero el alcohol estaba empezando a marearme. Entre mis alucinaciones, veía una figura clara, una pequeña y delgada joven con sus cabellos blancos al aire, era tan parecida a su madre que llegue a pensar que mi fijación en ella era por aquella belleza tan familiar, pero no, comencé a ponerme celoso sin razón cada que la veía cerca de sus amigos, me encantaba como me miraba con fascinación cada que daba una clase, nunca perdía ningún detalle, estaba dispuesto a dar la clase dos veces con tal de que solo ella entendiera por completo.

—Estoy enamorado —balbuce.

Mi amigo dejo de lloriquear y fijo toda su atención en mí.

—¿Qué?

—Me enamore, pero no es correcto.

—¿Por qué?

—No es bien visto por la sociedad, tampoco por sus padres.

—¡Al carajo la sociedad! ¡Anda con ella y se feliz! —intento ponerse de pie, tambaleo y, con un golpe seco, cayó al sofá.

Era ridículo lo que decía, si supiera la situación seria diferente.

Claro que la excusa de sus ensayos era una mentira, fue la calificación más alta de todo el examen, pero donde ella vio una desgracia, yo vi una oportunidad. Sí, era extraño y hasta un punto enfermizo, pero no podía ir directamente y decirle lo que sentía. Estábamos en diferentes etapas de vida, pero, carajo, como quería estar con ella todo el tiempo que me lo permitiera.

Sabía que, hasta cierto punto, no era correcto todo lo que estaba sintiendo, en más de una ocasión intente alejar todo tipo de pensamiento relacionado con ella, pero, en algún punto del día, mi mente se encargaba de traerla a mis pensamientos y me hacía imposible alejarme de los sentimientos que tenía.

Me sentía estúpido ante el plan que había ingeniado, pero mi impulso fue más fuerte y, cuando menos lo note, un color carmesí adornaba aquel examen tan perfecto que había entregado.

El ronquido de Arthur interrumpió mis pensamientos. Me dirigí hasta mi habitación y tomé unas mantas, colocándoselas encima.

—Cuando me vas a dar para volver a llenar todo mi mini bar, ¿eh?

𝒪𝓁𝒹ℯ𝓇 - Theodore Nott.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora