Capítulo 4 | El Chico De La Fábula

183 76 253
                                    

☆Sam☆

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

☆Sam☆

—¿Te comerás esa última?— pregunté indicando el paquete de golosinas.

—No. Es para tí— respondió Noha, mientras se estiraba desde el escritorio para alcanzarme las galletas.

Estábamos en mi cuarto. Desde aquella vez que Noha vino a mi habitación y me volvió a hacer la propuesta de aventurarme con él y el misterioso espejo de sombras, y sus cuentos, él ha regresado reiteradas veces. Ya se le había hecho costumbre entrar por el balcón de mi cuarto. Me sorprendía lo ágil que era para trepar los muros y que nadie lo notará, sobre todo mi padre, que si se enterará que he metido a un chico a escondidas, básicamente me asesina.

No había asistido a clases desde que me pegó aquella vez, Alex se encargó de hablar con mis profesores, les había inventado una excusa al azar, improvisada pero bastante creíble. Mi papá no me había vuelto a golpear, al menos no tan fuerte, ni en el rostro, por lo que mis hematomas se estaban desapareciendo y ya iba a ser momento de regresar al instituto.

—¿Qué pasa?— hablé con la boca casi llena al notar que Noha me observaba desde su silla con una leve sonrisa amigable. En su regazo tenía apoyado un enorme libro de cuentos antiguos.

Habíamos estado investigando sobre el origen del espejo y las posibilidades de que se oculte un mundo mágico allí adentro. Por lo tanto mi cuarto era un desastre, y no solo por la ropa amontonada en un rincón, sino también por la cantidad de libros viejos y polvorientos que se encontraban dispersos por todas partes.

—Nada— negó con su cabeza y apartó su vista de mi para perderse nuevamente en el libro.

Tome un almohadón qué tenía a mi lado y se lo aventé a su rostro para llamar su atención de nuevo.

—¡Vamos, dime lo que estabas pensando!— lo amenace.

Mi relación con Noha durante estos días que me estuvo visitando, se había vuelto algo divertida. Me gustaba su compañía y de cierta manera disfrutaba tenerlo aquí conmigo, y aunque a veces era un idiota, muchas otras era muy tierno,hasta tal punto que sentía que podía odiarlo y quererlo a la vez. Y a pesar del poco tiempo que aún llevábamos interactuando, creo que nos habíamos hecho amigos…Bueno, tampoco tan amigos, porque aún había muchas cosas que desconocemos del otro,  pero me gustaba pensar que al menos teníamos algo en común.

—No es nada— Suspiro y luego se llevó una mano a su mentón, imitando un gesto de estar pensando. —Es que… Hoy luces bien.

Levanté mi ceja, fingiendo enfado y cruzándome de brazos.

—¿Estás diciendo que los demás días me veo horrible?

ARGANIA : HEREDEROS DE UNA MALDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora