Jenner's princess ; the Jenner Sisters

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Alexa Smith's POV:

Correr por las calles de Los Ángeles con tacones y una saya de tubo cinco dedos sobre las rodillas no era buena idea si lo que querías era llegar puntual a tu trabajo. Otra llamada llegó a mi teléfono y como las 15 anteriores fue directo al buzón.

Las miradas de la gente no eran para nada discretas, osea una mujer con sus manos llenas de documentos y una cartera y corriendo como si la estuvieran persiguiendo y chocando con cada alma que se le pusiera delante llamaba la atención aunque era muy normal en esta ciudad.

Llegué agitada al edificio donde residían las oficinas donde trabajaba. Saludé como puede a la recepcionista y a las personas que me topaba en el camino y antes de que me montara al ascensor vi el cartel amarillo que decía que estaba en reparación.
Maldije en los dos idiomas que habló y subí las escaleras corriendo.

¡Diez malditos pisos me aventé corriendo con tacones, si no gano un Record Guinnes por esto, pierdo completamente la fé en la humanidad.

Y por fin había llegado a mi lugar de trabajo. Fui gratamente recibida por una trigueña vestida como si esto fuera una pasarela de Versace, nunca entendería a la gente rica.

— ¿Dónde se supone que estabas? Debías estar aquí hace 15 minutos — regañó mi jefa, Victoria Villaroel mientras dejaba el bulto de papeles sobre mi buró.

—Lo sé, pero el tráfico en esta ciudad es de locos — contesté, está gente no sabe decir buenos días, que humor de perros con rabia — ademas tus 20 llamadas me lo recordaron.

Victoria suspiró — ¿Traes el documento que te pedí? — la volteé a mirar y le tendí el sobre con los papeles que ella tanto quería y seguí organizando mi pequeño lugar de trabajo.

Y cuando por fin me iba a sentar — Kylie pidió un café frío de vainilla y leche de cabra.

Dios si estás ahí, soy yo de nuevo. Por favor dame paz por los próximos 30 minutos del día.

Cogí mi cartera que recién había tocado mi mesa, la pobre también pedía un descanso, sus tres agujeros tapados por una mala costura ya eran indicio de que necesitaba ser cambiada, pero yo me hice la ciega con las red flags de mi ex, ahora haré lo mismo.

Salí corriendo a conseguir el pedido. No mentía cuando dije que está era una ciudad de locos. El lugar más cercano para conseguir el maldito ice latte quedaba a 7 minutos caminando.
Para mí suerte el lugar estaba repleto de gente, genial, era hora pico ¿que esperaba?
Tuve que correr a otro sitio donde no había tanta gente y pude conseguir la bebida. Caminar 14 minutos hacia la empresa no parecería un martirio sino me hubiera chocado con aquella muchacha que derramó su café en mi blusa blanca, si casi no me atropella una motocicleta y las insistentes llamadas de Victoria. ¡Estoy empezando a odiar este trabajo!

Cuando toqué el piso de mi despacho le entregué la bebida a la secretaria quien me miraba raro por todo el cafe desparramado en mi blusa y seguramente mi mala cara. Entregado el pedido, tomé camino a terminar unos informes para la reunion que tendría la señorita Kenner con los inversionistas, pero antes me encargué de cambiar mi blusa a una azul que tenía guardada.

Y después de tantas caminatas y correderas me pude sentar en una silla. Miré la hora, 8:58 a.m, bien a empezar el día. Abrí la bandeja de tareas pendientes y por quinta vez en el día de hoy me hice la misma pregunta: ¿por qué sigo trabajando aquí?

Tal vez sea por la buena paga, me respondí, o por las buenas oportunidades que me da, y buenos dolores en el culo también.

Fue hace un año, solamente tenía 20 años, cuando comencé en KylieCosmetics, el sueño de muchas chicas y mi realidad, pero quién diría que no todo tendría color de rosa y sufriría como una loca, aveces me sentia como la protagonista en "El diablo viste a la moda".
Pero tenemos que reconocer que muchas veces las novelas que leemos en las noches nos mientes igual que los hombres.
Tengo buenas relaciones en el trabajo con mis compañeros, puedo viajar cada cierto tiempo y lo más importante, puedo mantener a mi familia en Cuba, hasta ahora eso es lo más importante. Así que, no importa los dolores en el culo y si tengo que madrugar para comer un maldito autobús, mientras mi madre y abuela en Cuba puedan disfrutar de una buena comida, yo estoy bien.