Jenner's princess ; the Jenner Sisters

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ALEXA SMITH

          ALCÉ mi mano y dejé cuatro toques en la puerta de madera delante de mi, la reja negra en el medio prohibiéndome estar más cerca. Escuché los pasos cansados y arrastrados acercarse, después el sonido del cerrojo ser abierto para finalizar con la figura de mi querida abuela con rulos en su cabeza usando una bata de casa rosada con dibujos de flores bordados y sus lentes encontrando lugar sobre el puente de su nariz.

Abrí la reja casi al instante y ahora no quedaba ningún espacio entre nosotras, ni objeto que impidiera reencontrarme con mi abuela después de todo este tiempo. Me lancé a sus brazos teniendo un deja vú de todas la veces que mi mamá me regañaba por una mala nota en el colegio y corría llorando a sus brazos, siempre terminaba con un paquetes de galletas de chocolate y un beso en la frente de su parte, era su forma de decir que todo estaría bien. Sus brazos, que aunque lucían arrugados y viejos eran guerreros de los años de trabajo para mantener sola a una familia de tres hijas, me envolvieron sin dudarlo guiándome al calor de ella, recordé las tantas veces que sentada en el piso de mi apartamento a millas de distancia de su casa yo lloraba porque ni siquiera la comida que yo hacía tenía el mismo sabor que la que ella me hacía.

Su colonia de lavanda nunca se sintió tan deliciosa como hoy y su cuerpo no solo calentaba el mío sino tambien lo hacía con mi alma que reboza de alegría al verla.

— ¡Dios mío, Alexa! — nos separamos unos milímetros para vernos a los ojos, sus ojos avellanas lucían llenos de vida, saludé con la vista a las viejas arrugas y le di las bienvenida las nuevas— Te extrañé tanto, nena, y ahora estás aquí delante de mi toda linda y tan crecida al día que te vi irte — una que otra lagrima cayó por su rostro y las limpié delicadamente.

—Ya estoy aquí, abuela, volví — sus manos acariciaron mis brazos de alguna manera confirmando que soy de carne y huesos.

— Lo veo, mi Alexa, volviste a casa — sus palabras fueron el detonante para que las lágrimas que guardaba durante tanto tiempo y me rehusaba soltar para conservar mi imagen de mujer fuerte salieran huyendo de la cárcel que eran mis ojos.

Mi respiración volviéndose irregular por el llanto incontrolable. Volví a casa, palabras que pueden ser muy infravaloradas por personas que no entiendan el sentimiento de vivir lejos de tu Patria y familia.

Ahora no era una mujer llorando en la puerta de la casa de su abuela mientras esta la consolaba solo por haber regresado, era una niña que tuvo que madurar rápido para poder mantener a su familia, una niña que se adentró a un mundo desconocido y sobrevivió.

— Entremos a la casa, vamos — me llevó hacia dentro de su apartamento y nos sentamos una junto a la otra en el sofá rojo estampado frente al televisor apagado —Ahora sí, llora todo lo que no has hecho durante estos años. Yo no diré nada si así lo quieres pero me quedaré a tu lado — palmeó su regazo cubierto por la tela bordada de su bata y me recosté ahí, su mano suave acariciando las ondas de mi pelo suelto.
Lloré hasta que no quedó una sola lágrimas dentro de mi, lloré hasta que mis ojos tomaron un tono rojizos y comenzaron a inflamarse. Lloré hasta que creí suficiente y hasta que estuve libre de toda la carga que tenía tanto en mi trabajo, mi familia, las hermanas Jenner, todo.