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KENDALL JENNER

Verla gimiendo mientras mi hermana le daba placer con sus dedos y lenguas fue excitante a un nivel que ni siquiera sabia que existía. Sus ojos ya no eran de aquel color avellana que me tenía delirando desde el primer día que la vi, ahora eran más oscuros reflejando su excitación. Sus mejillas rosadas, su pelo despeinado y el brillo especial que su piel tomó después de su primer orgasmo, todo en ella gritaba diosa y yo estaba dispuesta a arrodillarme y rezarle como toda una devota.
Le hice señas a mi hermana quién rápidamente captó y se alejó de la cubana que protesto al dejar de sentir las caricias en su punto de placer.
La volteé sin esperar ni un segundo más, un pequeño grito de sorpresa salió de sus labios.

— Si tuviera pene pondría a mi hijo en tu vientre — masajee la zona nombrada y lentamente me fui acercando a su vagina, totalmente brillante y llena de sus fluidos, el calor que emanaba era atrayente y su olor me hacía pasar ya mi lengua por mis labios — pero como no tengo me tendré que conformar con poner mi lengua en tu vagina — dicho esto, dejé una leve lamida en su zona jugando con ella.

Suspiró con fastidio y agarró mi pelo, soltándolo del pellizco que lo amarraba, y hundiendo más mi cabeza en la zona entre sus piernas.
Sonreí burlona y di otra pequeña lamida, esta vez sobre su clítoris inflamado.

— ¿Qué haces? — su voz salía ronca y algo temblorosa — ¿Por qué paras?

— ¿De quién eres?— cuestioné, mi ojos pendientes a los de ella — Dilo y tendrás tu orgasmo

— Juego sucio — soltó un bufido que por culpa de mis dedos torturando lentamente su clítoris sonó como un gemido.

— Lo necesario para que digas que eres nuestra — respondí subiendo la velocidad de mis movimientos y volverla a bajar rápidamente.

— No soy una perra — llevó su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, su cabeza calló en el hueco ente el hombro y cuello de Kylie quien le estaba masajeando las tetas y dejando uno que otro beso y mordida en su cuello, ya tenía varias marcas que gritaban el momento de pasión que tuvimos las tres.

Mi hermana le quitó los dos collares que colgaban en su cuello desde la noche que se los pusimos y la hizo verlos.

— Léelos en voz alta, mi amor — insitó Kylie

— La mujer de las Jenner — leyó, en ambos decía lo mismo.

— No eres una perra, eres nuestra mujer — le di un golpe a su coño con la mano abierta y amé el grito que soltó maldiciendo en su idioma natal—Así que señorita Smith le pido que respeté a nuestra mujer, sino nos veremos en la necesidad de darle un castigo.

—¿Qué tipo de castigo? — preguntó envuelta en el placer que le daban los dedos de Kylie saliendo y entrando desesperadamente de su coño, llenando el lugar con un sonido de chapoteo y gemidos.

Yo me había separado para ver la escena frente a mi, los dedos mios que anteriormente habían estado dentro de Alexa ahora recorrían mi interior en un vaiven con la misma intensidad de las penetración que recibía nuestra mujer.

— Uno que implica, tú sin poder caminar por dos semanas y con el culo tan rojo y follado que no te podrás sentar correctamente sin recordar como las hermanas Jenner te dejaron temblando y fuera de esta realidad — explicó Kylie detalladamente de forma lenta y pausada — Mira esto, Kendall, nuestra mujer está choreando, ¿crees que llegué a un squirt? — mi hermana me sonrió burlona.

Me acerqué una vez más a la zona reluciente de la cubana y era verdad, tenía una casada desbordando de su interior. Al juego de mi hermana pequeña con sus dedos uní mi boca, mis manos deslizándose hacia las tetas de la morena y pellizcando sus pezones. Gemidos y más gemidos hasta que un grito resonó por todo el lugar. Alexa viró los ojos logrando que se les pusieran blancos, su cuerpo temblaba y y sus gemidos con nuestros nombres  eran cada vez más obscenos y excitantes.

Con cuidado de no sobre estimularla, mi hermana y yo nos alejamos de su zona. Estuvo varios segundos en su nebulosa de placer hasta que su respiración se fue regulando y los espasmos del cuerpo disminuían gradualmente.

Alcancé una botella de agua que tenía dentro de mi cartera y se la di a tomar advirtiendo que lo hiciera con cuidado.

— ¿Quieres algo más? — le preguntó Kylie acariciando su mejilla mientras yo revisaba por todo mi bolso el estuche de toallitas húmedas paso limpiar todo desastre — ¿Qué pasa pequeña?

Dejé de rebuscar para observar la figura de la cubana con sus manos tapando su rostro y enterrandose cada vez más en el pecho de Kylie quien la miraba preocupada.

— Todos me oyeron — murmuró y fue casi inentendible para nosotras.

— ¿Estás avergonzada por qué te oyeron gemir? — asintió. Besé su frente a la vez que Ky la abrazaba más hacia su calor — No es necesario que te preocupes, estamos totalmente solas en primera clase — informé y en seguida tuve su atención, sus manos lejos de su rostro sorprendido.

— ¿Cómo? Ustedes dijeron que debía gemir bajo para que nadie oyera — soltamos una carcajada dejándola sin entender.

—Compramos todos los asientos de la primera clase — habló Kylie aún con el tono de gracia prevaleciendo en sus palabras — y Alexa, tus gemidos son tan altos que si no te alertabamos íbamos a tener que dejar que medio avion escuchara ese hermoso sonido.

Sus mejillas llegaron al tono rojo y jugó con sus dedos, aproveché para buscar las toallas y cuando las tuve en mi mano, saqué una y con mucho cuidado la pasé por su zona íntima.

— ¡Joder! — gimió y paré — siento que me voy a correr otra vez si sigues así — di un largo suspiro.

— Entonces haremos que te corras — sentenció Kylie. Se acomodó a su manera entre los tres asientos, quedando acostada — pon tu coño sobre una de mis tetas, pero no de espaldas a Kenny — Alexa fue obediente y lo hizo, el pezón de mi hermana desapareciendo entre los pliegues de la isleña. Me puse frente a ella y sin tener que decirle nada tenía su boca sobre la mía en un reclamo ardiente y sus dedos explorando mi terreno escondido entre mis piernas. Se comenzó a mover sobre Kylie quien aprovechó y se masturbaba.

No pasó mucho para que el clímax de Alexa llegara y ella terminara explotando otra vez, cayó rendida sobre mi y suavemente la saqué de encima de Kylie. En trabajo conjunto la limpiamos y le pusimos un pulóver extra ancho que guardaba en el bolso y unos panties de su talla. Habíamos venido preparadas, no sabíamos si ella nos daría luz verde pero quería estar listas por si acaso.

Quedó acostada con sus piernas en mi regazo y la cabeza en el de Kylie.


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Jenner's princess ; the Jenner SistersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora