Lisa se sentía en paz por primera vez en años.
Bueno, no tan así, aún se quedaba despierta a altas horas de la noche pensando, pero estaba tranquila, algo le aseguraba que había tocado fondo y por fin se estaba levantando y todo mejoraría a partir de ahora.
Su cachorra y ella ya llevaban una semana en su nuevo hogar, le sorprendía lo bien que se habían adaptado y vuelto a empezar.
Aún esperaba que cayera el otro zapato y Danielle preguntara por su tío, su abuela y sus primos, pero la niña era bastante intuitiva y a Lisa no le sorprendería que lo sospechara. Más que nunca intentaba recordarle lo amada de que era y la empujaba a hablar de sus sentimientos.
Igualmente, y por recomendación de su terapeuta, había concretado una cita para Danielle para que tuviera la libertad de expresarse con alguien que no sea ella y con muchas más herramientas para ayudarla.
Lisa también tenía una cita con un colega de su antiguo psicólogo, ahora estaba bien y cada día mejorando con su salud mental, pero tras el nacimiento de Danielle y todo el trauma que este había implicado, además de que era una omega en "negación de alfa", la depresión había sido atroz.
Pero estaba mejorando, solo por su bebé, porque merecía una mamá estable o al menos no tan inestable.
Todo el control que tenía en ese momento de su vida ayudaba mucho también, le daba seguridad ahora que sabía que no estaba tan perdida y que era por fin libre.
Había hecho los trámites en su trabajo y ya se encontraba ejerciendo como diseñadora gráfica a la distancia y a su vez promocionando su agencia de fotografía, sabía que está última no prosperaría como hubiera deseado, pero siempre se había planteado hacerlo como hobby y eso estaba bien.
Trabajaba para una empresa internacional de gaseosas, una vez al mes presentaba diseños y propuestas para publicidades, todo desde su computadora, lo que le permitía estar a disposición de Danielle a toda hora del día. Por suerte y aunque respetaba a las mamás que si, nunca había necesitado una niñera.
Esa mañana estaba trabajando en su nuevo estudio, una de las tres habitaciones de la casa, la que tenía la mejor vista al jardín, espacio que en la semana con Danielle habían trabajado en devolver a su brillo natural.
Ahora estaba lleno de flores y habían plantado dos limoneros, además habían cambiado las plantas de los balcones por unas más acordes al espacio.
Poco a poco, todo empezaba a sentirse más propio, comenzaba a sentirse correcto y cada día que pasaba no podía no pararse a pensar como no había huido antes.
Lo habían estado pidiendo por tanto tiempo que Lisa no lo había notado, ahora viendo a Danielle correr tras el gato que venía con la casa, todo era más claro, ahí estaba su cachorra disfrutando el enorme espacio verde que en su apartamento no conocía, con sus nuevas botas de lluvia de las que se enamoró en el mercado, totalmente desaliñada, porque ¿Qué más daba? Era su casa, suya, con sus reglas y la falta de muchas de ellas.
Ya no se preocupaba por el que dirán, ni de que Danielle rompa algo que luego debería pagar al dueño del departamento, ellas eran sus dueñas y la pequeña podía ensuciarse y gritar y ser todo lo revoltosa que una niña de dos tirando a tres años debía ser.
Eran libres.
Tan libres que Lisa a veces ignoraba la tormenta inminente acercándose, Rosé.
No podía mentir, su omega chillaba y suspiraba al pensar en la alfa que le enviaba mensajes tontos y tiernos día y noche, que hacía videollamadas con su cachorra y con quien habían acordado una "reunión de juegos" ese mismo día ya que Danielle quería mostrarle todos sus juguetes.
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beach girls ଓ chaelisa au
Rastgele❝Lisa sabía solo dos cosas del papá de su bebé, que se llamaba Rosé y que era la alfa más caliente que una omega soltera de veintiun años podría haberse cruzado en una noche de verano. O dónde la omega de veinticuatro años y su cachorra comienzan de...