Instinto Erótico {Nicudy}

Cap. 30 Aprender Duele

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❛30 • Punto de vista de Judy Hopps •

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Cada rincón de mi carne guarda un poco de tu esencia: tu voz, tu mirada, tu sonrisa, tu tacto y tu fragancia; quedaste sellado en mi corazón.

—¿El desamor es una lección?

Tendida sobre la frescura de las sábanas dejé caer mi pesada nostalgia, la misma que atormenta mi ser por no reconocer lo que desencadenó mi separación.

Te fuiste de mi vida como una tormenta, arrasando mis sentimientos; me tuve que despedir sin querer irme.

Aferrada a una de las almohadas, escondía mi rostro para acallar mis lamentos, deseando que las horas transcurran a la brevedad con el propósito de apaciguar mis emociones.

No aprendí a decir: adiós.

Mi respiración se agitó conforme a mi sentir; el aire llegaba apenas a mis pulmones, ocasionando una contracción espasmódica, involuntaria y repetitiva de mi diafragma, en una inspiración súbita de aire.

—Todos tenemos que aprender, pero el proceso duele...

De repente, un sonido, luego otro y así sucesivamente, el tamboreo contra la puerta no pudo desprenderme del confort ni de mis pensamientos; agradecía estar sola en esta habitación.

La entrada dio paso a la luz mañanera y la voz soñadora de una hermana de distinta sangre—. Amiga...—ingresó, aunque no se lo haya permitido—. Tus padres me contaron que...—enmudeció. ¿Qué? Ellos saben que no tengo hambre y me repugna la comida.

La sorpresa que se llevó fue grande.

—¡Judy! —corrió hasta mí, sentándose a mis pies para contemplar la tristeza que reflejan mis ojos—. ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? —su preocupación era demasiado notoria.

Negué para restar significación a mi situación.

Abrió su cartera sintética y rebuscó con ímpetu—. He traído esto...—mostró una pequeña caja alargada, cuyo título resaltaba por las letras color rosa, casi fosforescente—. Una prueba de embarazo —lo dejó frente a mi vista—. Quítate esa duda, de una vez.

La miré extrañada, incluso incrédula ante su comportamiento. No estoy lamentándome por una noticia tormentosa, aunque mi duro pesar refuerce sus sospechas; no obstante, rechazar su amabilidad esta fuera de mi alcance.

Será ahora o nunca.

Retiré cada gota salada y limpié mi cara; luego sostuve el empaque entre mis dos manos y como si hubiese tocado un cable de luz, una corriente acalambró mi ser y una sensación inexplicable se estableció en mi pecho.

En silencio me dirigí al baño.

Leí las instrucciones y seguí cada paso, guardando mucha ansiedad ante una lenta espera.

Es el momento de la verdad.

Aquellos cinco minutos fueron terribles, mis nervios aumentaban con el pasar de los segundos hasta que, lentamente se visualizó la primera franja y en seguida se profundizó la segunda con un tono más fuerte.

Suavemente esbocé una pequeña sonrisa cargada de ilusión al confirmar mi única alegría.

Con la prueba en mano, mostré el resultado—. Voy a tener un bebé...