Capitulo 24 /Prt2

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Miel Vogrincic

Unas manos acariciando mi cabello me despertaron, abrí los ojos lentamente y Felipe seguía dormido abrazo de mi, Pero al voltear sonreí levemente al ver que Matías estaba junto a mi.

—Mati—

—Sos una pelotuda eh, me hiciste pasar el peor susto de mi vida... Pero acá estoy, el tío Mati te dijo que te dejaría sola—

—Gracias Tío Mati— negué con la cabeza siguiendo su juego.

—Enzo firmó el alta, ¿Vamos?—

Asentí con la cabeza.

Matías comenzó a mover fuertemente a Pipe.

—¡Felipe, Felipe, Felipe, Felipe!—

Pipe despertó desorientado y asustado, lo que causó que se cayera de la camilla.

—Uy, Me fui al pasto... Menos mal seguimos en el hospital—

>>>

La llegada a la casa fue muy distinta lo que era antes, fuimos al hospital ocho y volvimos 7. Sin contar a mi hermano, claramente.

Sentía un vacío muy grande en mi pecho Pero entendía que no había vuelta atrás, que tenía que aceptar mi destino.

Me di un baño largo, tan largo que los chicos fueron a golpear la puerta. Se fueron luego de que yo avisara que estaba bien.

—Miel, dale, suficiente— Enzo golpeó la puerta.

Yo estaba parada bajo el agua sin hacer nada hace unos cinco minutos, no tenía la fuerza necesaria para salir o siquiera cerrar el grifo.

—Voy a pasar— advirtió y luego entró cerrando la puerta a su paso.

—Dejame—

—No, vamos a seguir adelante— cerró la canilla del agua, me envolvió en la toalla y me sacó del baño rápidamente hasta dejarme sentada en la cama de mi cuarto.

—Ya no duermo acá, duerme Simón—

—¿Y tus cosas?—

—Aun están acá— me encogí de hombros.

Enzo suspiró profundamente y comenzó a elegirme ropa para luego dejarla sobre la cama y besar mi frente.

—Ya no tengo diez años, tengo veinte—

—Siempre serás mi bebé— Me acarició la cabeza y caminó hasta la puerta —Apura en vestirte, te cocinaré algo rico—

Asentí con la cabeza, esperé a que saliera de la habitación y comencé a vestirme lentamente.

Sabía que tenía que seguir adelante, ¿pero cómo?

Que Enzo esté acá me hace sentir muy bien, desde que mis papás fallecieron él tomó un rol que no le correspondía, fue mi papá, mamá, hermano mayor, mejor amigo, mi ejemplo a seguir: mi todo.

Me terminé de vestir y bajé rápidamente a la cocina, ahí estaba Enzo, cocinando para todos nosotros.

Me senté en la mesada y me regaló una sonrisa. Me sentía nuevamente muy pequeña y protegida por mi hermano.

Estuvo cocinando un rato en silencio hasta que él mismo lo rompió.

—Mamá estuvo embarazada antes de tenerte— le puso condimentos a la comida.

—Y si, boludo... ¿Creías que me trajo la cigüeña?, estás grandecito ya— negué con la cabeza —Pero te explicaré algo porque no tenes hijos, cuando una mamá quiero mucho al papá...—

Vení conmigo || Felipe Otaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora