Cap 6

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Miel Vogrincic.

Me desperté al otro día porque tenía mucho calor, además desperté con una resaca inexplicable. Me dolía la cabeza y sobre todo el cuerpo.

—Pipe— Intenté quitar sus brazos que me envolvían suavemente.

—¿Mmmh?— Felipe suspiró confundido y me abrazó aún más fuerte haciéndome cucharita.

—Pipe, dale boludo, tengo calor— me quejé moviendo los brazos.

Si no fuera por el calor, me gustaría quedarme así para toda la vida. Nuestros cuerpos encajan perfecto, como un tetrix y la sensación de que me está protegiendo me invade por completo... Pero como les dije ¡Tengo calor!.

—¡Pipe!— Le mordí el brazo, despacio pero lo suficientemente fuerte para que se despierte.

—Auch— Susurró mientras quitaba su respiración de mi nuca y se volteaba para seguir durmiendo.

A penas me soltó sentí un vacío, jamás me había sentido así, pero también sentí un gran alivio, ya que me estaba ahogando.

Me levanté casi corriendo, dejando el sillón solo para Felipe, entré al baño y me di un baño helado.

Una vez que terminé de hacer mis cosas, me entró una llamada de Enzo y estuvimos hablando un rato.

—¿Mucho escabio?— Me miró a través de la pantalla.

—No... O sea si— Apoyé el celular en mi mesita de luz —Se me fue de las manos, a los chicos también, incluso dormí con Felipe—

—¿Con Pipe?, Ojito vos...—

—¡Holaaa, guapa!—  Bayona apareció de la nada y agarró el celular de mi hermano —¿Cómo estás?, ¿Cómo va todo con los chicos?— me sonrió —Tu hermano te ha dejado en buenas manos eh, tu confía—

Rei porque su aparición fue de la nada.

Nos quedamos hablando los tres el resto del día hasta que anocheció y se tuvieron que ir.

Colgué el teléfono dispuesta a dormir pero una voz quejumbrosa me distrajo.

—Me voy a morir, boluda, que alguien me ponga sueroo—

Era Matías que entró sin previo aviso a mi cuarto y se recostó a mi lado.

—¿Sabes si alguno de los chicos pone medicamentos a la vena?— hizo el gesto como si se estuviera inyectando y me miró —Uuh Estás hecha mierda vos también— rió sin afán de molestarme.

—No tengo idea, pero estaría necesitando suero también— reí y luego le pegué despacio en la frente por lo que me dijo —!Malo!— incliné la cabeza hacia él para poder mirarlo.

Matías es el estereotipo de un Argentino: Estatura promedio, narigón, lindo, corte rocho, bostero, canchero, adicto al mate..

—¿Dormimos hasta que la cena esté servida?—

Esa propuesta de Matías fue suficiente para que yo aceptara y nos dispusiéramos a dormir. Nos apoyamos espalda con espalda para darnos calorcito pero no sofocante y nos quedamos dormidos

—¿Dónde estoy?— Susurré a medida que caminaba, desconocí de inmediato el lugar, era como la casa pero más oscura, habían manchones negros en la pared y de fondo sonaban susurros.
—¡Enzo!— caminé al living, que por más de ser el mismo lo sentía muy ajeno. —¡Matías!... tengo miedo— una pequeña desesperación comenzó a inundar mi cuerpo, poco a poco dejé de sentir mis piernas y de un tambaleo caí al suelo el cual no tenía fondo.

—¡Matías!— Me senté de golpe en la cama, solo había Sido una pesadilla.

—Eu que onda, estás bien?— mi amigo se incorporó conmigo y me dió un abrazo reconfortante —Estás temblando, ya está... Ya fue— me dió un beso en la frente —Solo fue un mal sueño—

Asentí con la cabeza y me volví a acurrucar a su lado.

—¿Me querés contar?—

—No...— negué con la cabeza —Ya fue... Perdón— reí bajito —Arruiné tu siesta, lo lamento—

—Nah, no pasa nada, ¿Segura que estás bien?, si vos querés me quedo esta noche eh, no hay drama—

Asentí rápidamente con la cabeza y él asintió junto conmigo.

—Deja que le aviso a mi jermu, ya vuelvo eh, no te duermas, no seas gila— Matías se levantó y me dejó en la oscuridad de mi cuarto.

Todo estaba bien hasta que comencé a sentir unos pasos, no veía nada en la oscuridad.

—¿Mati?—

Pregunté sentandome en la cama, no encontraba mi celular... Los pasos se hicieron presentes nuevamente.

—¿Matías?—

Mi puerta se abrió

—Dale petiso... No es gracioso—

Poco a poco vi una sombra mucho más alta que Matías.

—¡Matías!—

—Matías no— encendió la luz —Pipe—

—¡Estupido!— Le tiré una almohada.

—Boeee— la atajó en el aire y se sentó a mi lado —Escuché a Mati decir que se quedaría a dormir con vos porque estabas inquieta... Así que quise pasar a verte—

—Era verme, no matarme del susto— reí

—Bueno che, son cosas que pasan—

Me miró un segundo como pensando y luego me abrazó.

—Creí que estabas mal en serio—

Oowww, si es un cachorrito. Es un Golden Retriver.

—Estoy bien, Feli— le devolví el abrazo y volví a sentirme completa, a sentirme yo.

Ninguno de los dos soltaba al otro, no había forma de separarnos.

—¿Interrumpo algo?—

O quizá si, gracias Mati te quiero.

—No— Negué con la cabeza.

—¿Pijamada?— Propuso Matias y con Felipe nos miramos felices.

Nuestras expresiones respondieron la pregunta, así que el petiso salió del cuarto y gritó —¡Juani, Malena, hay pijamada en la pieza de Miel!—

Y se armó un bondi.

Vení conmigo || Felipe Otaño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora