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Si te gusta el sadomasoquismo, puedo ser tu muñeco de practica. Amarrame, ponme las esposas y azotame como desees.

—Duncan Smirnov.

   DUNCAN:

    Maldita sea el hombre o la mujer
que siquiera piense en hacerle daño a mi mujer.

   ¿Y qué es lo que se creen en esta casa? ¿Cómo si quiera se atreven a tratar mal a Ava?

   Veo que tendré que cortar varias cabezas desde la raíz para que aprendan a mantener sus narices metidas en lo que deben.

  Con razón ni siquiera quiso cenar.

  No voy a permitir que Ava siga viviendo una vida de mierda luego de salir de ese maldito burdel.

   Aún espero la respuesta de esas señoras, pero ninguna habla. Están estáticas y aunque en sus ojos veo miedo, no me importa.

   Ellas saben quien soy, por ende deben saber que cada cosa que hagan tiene consecuencias.

   Suelta la mano de Ava y agarrando la pistola que tengo en la parte trasera de mi pantalón, le quito el gatillo y apunto a las encargada del orden en esta casa.

   —¡Señor, señor, no. Por favor no lo haga! —suplica caminando hacia donde estoy, colocando sus manos hacia arriba—. Todas nosotras tuvimos que ver con que ella no bajara a cenar. Estuvimos hablando mal de ella, cuando la señora estaba frente a nosotras. De mi parte me disculpo con usted señora... —Sandra, quien es la ama de llaves, camina hacia donde está Ava y se arrodilla delante de ella—, no merezco su perdón, pero sé lo pido, señora.

   Las demás mujeres vienen hacia donde está Ava y copiando la acción de Sandra, se arrodillan por igual.

   —Perdónanos, señora. —dicen todas al unísono.

   Respiro profundo queriendo tranquilizarme, pero no lo logro.

   No podré estar siempre al lado de Ava y por ende necesito que estas personas le tengan respeto.

   —¡Levántese! —ordeno furioso.

   Todas se levantan y dan dos pasos hacia atrás.

   Levanto mi arma y las apunto a todas.

   —¡Escuchen muy bien, porque la próxima vez las mato a todas! ¡Nadie... que... haga... que... mi... mujer... se... sienta... mal... saldrá... vivo... de... aquí! —agarro el codo de Ava y la acerco a mi con posesividad—. Esta hermosa mujer que ven aquí, es la dueña de todo esto y a ustedes no les importa como lo consiguió o que tuvo que hacer. Es mi mujer, es la dueña de mi mafia y es la señora Smirnov para ustedes, así que si vuelvo a escuchar tan solo un comentario, espero que reserven su lugar en el cementerio.

   Mi mirada es la cereza del pastel.

   Todas ellas están asintiendo.

   Saben que no doy segundas oportunidades, pero solo porque Ava está en frente de ellas, se salvan.

   Me giro y empiezo a caminar hacia afueras de la cocina.

   Ava sigue agarrada de mi mano, por ende caminamos al unísono.

   Subo las escaleras lentamente, pero con pisadas firmes, para que Ava pueda seguirme.

   Cuando llegamos a la habitación de Ava suelto su mano para que se vaya a dormir.

   El enojo que tengo no se irá durmiendo.

   Dejo a Ava en su habitación y me voy hacia el cuartel de entrenamiento a golpear a mi mano derecha.

DESEO CARNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora