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Eres la cama en donde quiero descansar y la pasión que quiero albergar y hacerla realidad.

—Duncan Smirnov.

Ava:

    Me suelto de su agarre.

   —No quiero, solo quiero sentirme protegida en tus brazos. No quiero ver más sangre, Duncan.

   El me mira.

   Me observa sin decir nada.

   Suspira mirándome con una expresión neutral.    

   —No quieras cambiarme, Ava. Soy todo lo que quieras contigo. Amoroso, atento, protector y entre otras cosas más, pero cuando alguien atenta contra la persona que amo y que deseo con todo mi ser, esa persona va a pagar y con su muerte. Asi que no me pidas que me quede aquí sin investigar quien quiso hacerte daño. No lo haré.

   Es lo último que dice antes de darse la vuelta y salir de la habitación.

   Miro hacia todos lados.

   Estoy nerviosa y ansiosa.

   Aún tengo miedo.

   No me quedaré sola ni loca.

   Salgo de la habitación corriendo, tropezando duramente con un cuerpo musculoso en el camino.

   Creo que se me va a bajar la presión.

   Levanto mi vista y es Duncan.

   Él se da la vuelta y fija su mirada en mi.

   —Pensé que te habias ido. —comento y él me da una sonrisa ladeada.

   Levanta su mano queriendo acercarla a mi rostro, pero luego las baja.

   —Nunca dejaría a mi mujer sola. —agarra mi muñeca y asi empezamos a bajar las escaleras.

  Va a ver sangre y demasiada.

  No lo puedo evitar, soy intocable, mi hombre me ha vuelto intocable.

   Al bajar y terminar en el primer piso de la casa, los guardaespaldas de Duncan se acercan a él.

    —¿Señor que pasa? —pregunta uno de ellos que si mal recuerdo se llama Damian.

    Duncan lo ignora siguiendo de largo dirigiéndose hacia su oficina, mientras Damian nos sigue.

   Cuando entramos a su oficina, Duncan me lleva hasta su trono y me sienta en él. Luego su rostro se dirige a Damian que está en frente de nosotros.

    —Alguien ha entrado a mi habitación y ha asustado a mi mujer. —Duncan habla con una calma que no es lo que demuestra su rostro y su cuerpo.

   Cabe mencionar que aún sigue sin camisa y que la camisa de él la traigo puesta, por ende puedo ver como sus músculos se flexionan mientras el habla.

     Damian frunce el ceño, creo que confundido por lo que Duncan le dice.

   —Señor, no creo que eso sea verdad...

    Duncan sin dejarlo terminar golpea con su puño el escritorio, haciendo que tanto Damian como yo nos sobresaltemos de donde estamos.

   —¿Me estás diciendo que estoy hablando mentiras? —pregunta Duncan claramente alterado.

   Damian niega repetidas veces.

   —No, señor. Solo digo que eso es imposible. Ningún enemigo podría entrar a esta fortaleza sin que nosotros nos demos cuenta. —él bufa—. Usted tiene el mejor ejército de Russia, ni siquiera la armada está tan armada como usted de armas. Es imposible...

DESEO CARNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora