El deseo es un sentimiento que abarca muchas emociones. Puede referirse al deseo carnal o al deseo de una cosa en específica.
Duncan Smirnov el mafioso ruso más temido en el mundo. Lleva cargos policiales hasta en el caribe, por trafico de person...
Eres el deseo vivo en una mujer. Eres el colirio que mis ojos necesitaban y convirtiéndote en la sustancia más peligrosa en el mundo.
—Duncan Smirnov.
DUNCAN:
—Nena, no suelo tener mucha fe, pero créeme cuando te digo esto. Por supuesto que vas a disfrutar cuando te embista con mi polla. Tus gemidos se van a escuchar en cada rincón remoto de esta casa, lo único que me va a preocupar ese día, es como nos levantaremos ese día y si podremos levantarnos, porque esa noche te voy a follar muy duro hasta que el alba raye y los gallos canten. ¿Me entendiste o deseas que le agregue algo más?
Ver que sonríe al escuchar mis palabras, me da 100 años de vida.
Ufff, si ella se viera, si tan solo Ava viera lo hermosa que se ve sonriendo al marcarse esos lindos hoyuelos en su mejilla, ella también estaría igual de prendado como lo estoy de ella.
—Gracias... —menciona un poco tímida.
Acaricio su hermoso cabello rubio, deslumbrando por lo sedoso y suave que lo tiene.
—Ve a dormir, mañana tenemos cosas que hacer y debemos estar bien energéticos. El día no será fácil... —menciono para que entre a su habitación, no dándole muchos detalles acerca del siguiente día.
Observo vacilación en su mirada, lo que me da a entender que ella no desea irse a dormir.
—¿Podrías dormir conmigo? Es que tengo miedo y no quiero seguir teniéndolo. —expresa con un poco de nerviosismo.
Me río, no lo hago para burlarme de ella, sino porque no creo que pueda dormir con ese hermoso cuerpo a mi lado.
—Ava, tengo las hormonas locas tan solo viéndote con ropa y de certeza sé que no dormirás así, por ende, a menos que quieras que te folle en el intento de dormir juntos, te recomiendo que enciendas la lámpara y que duermas en paz. —coloco mi mano en su mejilla, acariciándole lentamente.
Ella es jodidamente preciosa.
Es como un diamante, tal vez una esmerada o un rubí. Brilla por sí sola, no necesita que la ayuden.
Ella me sonríe a modo de agradecimiento.
—Está bien... —se muerde los labios de nuevo con una mirada vaciladora, mientras se acerca para abrazarme, depositando un beso en mi mejilla—. Gracias, Duncan. Descansa.
Estás son sus últimas palabras, antes de dar la vuelta e irse hacia su habitación.
Dos de mis guardaespaldas vienen subiendo las escaleras mientras Ava, cierra la puerta de su habitación.
Los miro a ambos y ellos entienden lo que quiero decirles. De inmediato se colocan en la puerta, erguidos y con sus manos en sus rifles automáticos.
No creo que pueda dormir, pero tampoco es que lo haya hecho en mucho tiempo. Soy más de estar haciendo algo, que de descansar, así que no sé qué voy a hacer, mientras mi hermoso diamante en bruto, descansa.
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