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Mis manos desean tocar tu cuerpo, así como tocan las poesías el alma de las personas. Mi cuerpo alberga un deseo inmenso por poder ser tuyo que creo que me está llevando a delirar y por esa razón mi corazón quieren decirte palabras que mi boca quiere callar.

—Duncan Smirnov.

AVA:

   Ha pasado un día completo y no he podido siquiera acercarme a Duncan. Además de que está obsesivamente ocupado, siento que se ha alejado de mi. Tal vez quiere que piense lo que realmente quiero hacer. Creo que me está dando tiempo a solas.

    Salgo de mi habitación cerrando la puerta despacio, para bajar las escaleras y doblar a la izquierda dirigiéndome hacia la oficina de él.

   Creo que lo puedo encontrar ahí, si no es que está muy ocupado.

   Al llegar me coloco en frente de la puerta y cuando pienso tocar para pedir permiso de entrar, escucho la voz de Natalia.

    —Ya pensaste en la oferta de los españoles, acerca del mercado de trata de mujeres. —se hace un silencio. Ni Duncan ni ella hablan—. Es una muy buena oferta. Velo como un nuevo proyecto que te hará más poderoso y te ayudará a tener más dinero.

   Maldita perra.

   No me gusta decirle ese tipo de ofensas a las mujeres, pero ella lo es en todo el sentido de la palabra.

   Por Dios. Ella es una mujer y aún así le pide a Duncan que secuestre, maltrate y venda mujeres al mercado ruso que él gobierna.

   Ella es despreciable por completo.

   Deseo intervenir con el fin de ponerla en su lugar, pero lentamente me cambió cuando escucho a Duncan carraspear.

    —¿Qué demonios me estás diciendo, Natalia? Pensé que te había dejado muy claro que no voy a estar en ese negocio y nadie en este puto país va a traficar mujeres mientras yo viva. ¿Me entendiste maldición? —le pregunta Duncan gritándole con ira a Natalia.

    Me encantaría ver su rostro ahora, pero no puedo.

    —Haz cambiado mucho desde que dejaste que esa puta entrara aquí...

   No dejo que esa ofensa se quede en el aire y empujo la puerta entrando, quedándome en shock al ver como Duncan agarra a Natalia por el cuello y la empotra contra la pared.

    —¡Te dije que no te iba a permitir que volvieras a hablar mal de mi... —se detiene porque sabe bien que le dije que no quería que me llamase su mujer—, de Ava. ¿Qué prefieres? ¿Un disparo en el brazo o en una pierna? Y no me hagas elegir porque no elegiré ninguno de ellos. Te dispararé justamente entre ceja y ceja.

   Cuando Duncan dice esto, mi corazón empieza a palpitar más de lo normal.

   ¿Cómo él la coloca a elegir entre cual disparo es mejor para ella, cuando los dos van a ser dolorosos?

   ¿Acaso no tiene sentimientos?

   Me acerco a él y empujándolo hacia atrás, me coloco entre él y ella.

    —¿Cómo te atreves a amenzar a una mujer con dispararle? ¿Asi quiere hacerme creer que estar contigo es la mejor opción, Duncan? —le pregunto al borde de la histeria.

    Duncan baja el arma y suspira profundamente levantando los brazos con exasperación.

   Niega varias veces mientras me mira fijamente.

    —No entiendo... —se acaricia la barbilla—, trato de comprender, pero no lo hago. Estoy tratando de defender él que ella en primer lugar me insista en entrar al mercado laboral de narcotraficar a mujeres y venderlas a un mercado en donde la van a violar y abusar todos los días. Además de que estoy defendiendo el que ella hable de ti de forma despectiva ¿y entonces vienes a empujarme diciendome que soy el malo? —me pregunta mirándome con los ojos entrecerrados esperando mi respuesta.

DESEO CARNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora