12

5.5K 405 77
                                    

Ha llegado el momento en el que por fin nuestro cuerpo se van a fundir siendo uno solo. Entonces allí podré hacerte el amor y escucharte gemir como he deseado hacerlo todo este tiempo.

—Duncan Smirnov.

Ava:

   —Te deseo tanto que quiero que veas como estoy. —menciona echándose un poco hacia atrás, quitándose el bóxer y tirandolo a la corriente.

   Entonces cuando se acerca a mí de nuevo y se sube en la roca en donde estaba, mi boca se abre por completo al ver el gran tamaño de su miembro.

    Los rusos tienen un buen tamaño, pero como Duncan no había conocido a nadie.

   Tendría que lubricarme por lo menos con 3 dedos para que pueda entrarme sin dolor.

   —Veo miedo en tu mirada. —menciona colocándose entre mis piernas, notando como me muevo incomoda—. No tienes nada que temer, soy experto en lo que hago y voy a hacer que tengas... —coloca sus manos en mis muslos y empieza a acercarse a mí zona—, un rico orgasmo, pero tienes que decidirte. Quiero que estés muy dispuesta y mojada para mi, preciosa...

   Sus palabras despiertan en mi una pasión que jamás antes había emergido de mi. Lo que hace a que en un arrebato de deseo, me impulse agarrando su nuca para acercarlo a mi más de lo que ya está y poder besar sus labios.

   Pensé que podría tomar el control del beso en cuanto lo hiciera yo, pero Duncan como el hombre posesivo que es, se abre paso entre mis labios y entrando su lengua dentro de mi boca, empieza una guerra con la mía.

   Mientras me besa siento que mis bragas se rompen y es allí cuando observo que Duncan las ha roto y las ha tirado al río, haciendo que él mismo la arrastre y se la lleve lejos de mi.

   No dejando mi boca, me sigue comiendo como si fuera lo más rico que ha probado en toda su vida.

   Coloco mis brazos detrás de su nuca y lo acerco a mi. Él deseo me está envolviendo.
Estoy sintiendo un cosquilleo que solo he sentido con Duncan.

   Este hombre me pone muy caliente.

   Echo mi cabeza hacia atrás cuando siento que Duncan entra dos de sus dedos suavemente en mi vagina.

   —Sí, así... me gusta... —digo con la voz entrecortada, con los ojos cerrados y con la cabeza hacia atrás, pero no por mucho tiempo porque el posesivo de Duncan agarra mi cuello con su gran mano y me acerca hacia adelante para tomar mi boca mientras aprieta levemente.

   Me suelta los labios y al hacerlo me muerdo el labio inferior provocandolo a que me bese de nuevo.

    —¿Estás provocandome? —pregunta con una mirada profunda lo que hace que suba la intensidad de sus dos dedos y empiece a penetrarme duro y rápido provocandome demasiadas y fuertes olas de placer.

   Quito las manos de su cuello y las dejo caer para dejarme llevar de lo delicioso que se siente tener esos dos dedos masajeandome allí donde lo necesitaba. Y para terminar de quebrarme, con el pulgar de esa misma mano empieza a presionar mi clitoris.

   ¡Maldición!

   ¿Qué es esto?

   Duncan, padre amado.

  ¿De dónde salió este hombre y por qué no  lo conocí antes?

   Ya no sirvo ni aguanto más. Soy un manojo de nervios.

  Ahora mismo soy una muñeca andante. No tengo fuerzas ni para agarrarme.

   Y de un momento a otro Duncan saca los dedos de mi interior.

DESEO CARNALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora