Estar en Dubái no fue tan divertido como Hyunjin anteriormente le había dicho, sobre todo cuando se trataba de trabajo. Tener que lidiar con un contrato que se veía bastante inalcanzable ante sus ojos no fue fácil, es más, no pensó que conseguiría tener la labia suficiente como para convencer a los socios árabes de cerrar los negocios con un apretón de manos y los documentos finalmente firmados.
Gastó una semana de su vida aceptando invitaciones a reuniones, a pequeñas celebraciones sin importancia alguna y, por último, a partidos de golf que le aburrían de sobremanera. Él no tenía interés en ello, tan sólo quería largarse de vuelta a Seúl y nunca más negar las obligaciones de Minho para hacerlas él, porque claramente, no tenía la confianza, ni la labia suficiente como para poder conseguir lo que su mejor amigo hacía con exagerada facilidad. En momentos como estos se daba cuenta lo imprescindible que era Minho en ROYAL y se sentía aliviado de tenerlo como su mejor amigo, prácticamente hermano.
Actualmente, se encontraba saliendo del aeropuerto con intenciones de dirigirse hacia su departamento sin algún tipo de impedimento que le detuviera. Lo invitaron a hospedarse más días en el Hotel de Dubái, pero respetuosamente desechó la idea. No podía aguantar un día más y realmente necesitaba volver a casa y trabajar en lo que de verdad le apasionaba, lo demás se lo dejaba a Minho, quien gustoso lo aceptaba.
Ni siquiera se había dado el tiempo suficiente para vestirse como generalmente lo hacía. Se sentía a gusto vistiéndose de esa manera tan informal, pero le incomodaba el ver las tantas miradas intensas que las personas le daban por llevar unos vaqueros rasgados, una sudadera y unas zapatillas deportivas de color blanco. Era alguien expuesto al público, bastante conocido por todos y famoso debido a la popularidad que aumentaba cada día más en ROYAL; sin embargo, vestir elegantemente la mayoría del tiempo no le hacía mucha gracia.
—¡Hyunjin! —nada más escuchar aquella exclamación, sus guardaespaldas entendieron que no debían entrometerse y decidieron apartarse para que finalmente el pequeño cuerpo se abalanzara sobre él entre risas.
—Jeongin —tuvo que apartarlo cuidadosamente para que las personas que empezaron a observarlos no especularan tonterías que hicieran poner de los nervios a su entrañable amante—. ¿Cómo has estado?
—Bien —el menor sonrió enormemente y bajó la mirada mientras se mordía el labio inferior con fuerza. Juraba verle un leve sonrojo sobre las mejillas y estaba disfrutando bastante de ello—. Pero eso no importa, ¡Entremos al coche!
Tuvo que sonreír con ternura mientras era guiado hacia el automóvil. Jeongin se veía realmente ilusionado de tenerlo de vuelta en Seúl y eso —aunque no le gustara del todo aquel sentimiento— le hacía notar un leve calor en el pecho que no le desagradaba completamente.
Una vez estuvieron arropados por la calefacción y los cristales polarizados del auto, ambos no se pensaron dos veces el abalanzarse sobre el otro para saludarse como debían; sinceramente lo que más había extrañado en Dubái era la suavidad y dulzura de los labios de Jeongin.
—Hey, ¿Qué pasa? —acarició la nuca del menor cuando este se separó lentamente y decidió apoyar la frente en su hombro mientras soltaba un pequeño suspiro.
—Dijiste un par de días —murmuró después de unos cuantos segundos en completo silencio. Se veía realmente avergonzado por expresarse así, pero Hyunjin no pensó otra cosa que no fuera lo adorable que se veía Jeongin en aquella situación.
—Fue bastante difícil el convencerlos —tuvo que reír porque de otra forma no podía reaccionar.
El menor se había sonrojado hasta las orejas y aquello quizá le traería problemas, pero tener la simple satisfacción de verlo de esa forma le había alegrado el día.
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Una venganza casi perfecta
Fanfiction❝Era un plan infalible, la venganza perfecta, hasta que me enamoré.❞ Ella está rota por dentro. Él ansía una cruel venganza. Y el culpable es el objetivo a destruir. Después de ser cruelmente dejada, con el corazón roto y la dignidad por los suelos...