Capítulo 15

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Minjeong se soltó bruscamente del agarre de Hyunjin, con lágrimas en los ojos, y se aproximó a su hermano mayor para propinarle una cachetada que a él le hizo girar el rostro hacia la derecha. Jeongin se tocó la mejilla sensible y cerró los ojos; se lo merecía. Claro que se lo merecía después de haber mentido tantas veces.

—¡Eres tan despreciable, Jeongin! —la muchacha tuvo intenciones de abalanzarse nuevamente hacia su hermano, pero esta vez fue San quien impidió aquello arrastrándola hacia atrás, pero eso no le impedía forcejear—. ¡Enamorando a Hyunjin mientras estás en una relación con Chan! Él no te merece, ¡No lo hace!

Hyunjin alzó la mirada chocándose con los asustadizos ojos de Jeongin y formó una línea recta con los labios.

Ambos corazones dejaron de latir por un par de segundos, intentando procesar lo que acababa de decir Minjeong, a sabiendas de que su único objetivo era hacer daño.

—Llévala fuera —tajó Hyunjin, apartando la mirada al mismo tiempo que Jeongin. San no se opuso, todo lo contrario a Minjeong, que seguía berreando y gritando hacia ellos.

El silencio los inundó cuando en el despacho únicamente quedaron los dos. A Jeongin aún le dolía la cachetada que su hermana le había dado, incluso podía jurar que le iba a quedar una pequeña cicatriz. Había sentido las uñas incrustadas en la línea de su mandíbula. El mayor, por otro lado, simplemente se quedó mirando un punto fijo del suelo, frunciendo el ceño; sin embargo, fue el primero en hablar:

—Debí imaginarlo, ¿no? —carraspeó. Al mayor se le había formado un nudo horrible en la zona central de su pecho—. Intenté negarme a los hechos, pero verte con Chan en el cumpleaños de Minho... Debí imaginarlo, sí.

Jeongin se encontraba tan ido en sus pensamientos que ni siquiera le prestó atención.

—¿Cuáles son los albergues? Ha pasado una semana desde que Kkami desapareció y... quiero encontrarlo lo más pronto posible.

—Te lo apuntaré en un papel —se dio la vuelta dirigiéndose hacia su escritorio y escribió las direcciones de los albergues donde le habían dicho que quizá podrían tener a Kkami—. Si no conoces las zonas, San puede...

—Pensé que tú me acompañarías.

Hyunjin parpadeó un par de veces, intentando asimilar aquello y alzó la vista para compartir con el menor una mirada llena de duda.

—Yo pensé que tú no querías.

—Bueno, si no tienes tiempo le diré a...

—No —lo interrumpió—. Iremos los dos.

Jeongin cogió su chaqueta y la bufanda de lana para colocárselas y aquello le pareció tan lindo a Hyunjin que tuvo que detenerse a observarlo por un par de minutos. Estaba tapado hasta las orejas, con la nariz roja por retener las ganas de llorar y los ojos cristalinos por la misma razón; aquello realmente le parecía una obra de arte.

Salieron de ROYAL y de lejos pudieron ver a Minjeong barriendo la terraza del local, se podía distinguir que ella sí se encontraba llorando y ellos, sobre todo Jeongin, no podían negar que aquello les causaba un poco de pena.

—¿Crees que algún albergue tenga a Kkami? — preguntó el menor mientras se colocaba el cinturón de seguridad.

Hyunjin lo miró después de colocarse él el suyo y encender el motor. Le traía varios recuerdos tenerlo nuevamente en aquel asiento de copiloto; nunca dejaba que nadie entrara a su auto porque aquel sitio era de Jeongin y de nadie más.

—Sólo espero que sí —esta vez si arrancó el coche en dirección del primer albergue.

En todo momento se mantuvo atento a la carretera, ya que aquellos lugares solían estar alejados del estado debido a la obtención más fácil de terrenos doblemente extensos de los que no podrías lograr encontrar en el centro de la urbanización. Jeongin, en cambio, no despegaba la mirada de la ventana; observando como pasaban los árboles y arbustos. El cielo no estaba bonito hoy, no lo estaba desde hace mucho tiempo atrás, por eso había dejado de mirarlo.

Una venganza casi perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora