La pareja que era propietaria de aquella humilde casa mostró a Jeongin la única habitación que tenían disponible para que ellos pudieran pasar la noche ahí. Obviamente, el peligris no podía rechistar sobre aquello. Se suponía que habían quedado como una familia frente a la pareja adulta, por lo que simplemente agradeció lo serviciales que estaban siendo con ellos tres.
A la hora de la cena, consiguieron que Minseok estuviera completamente dormido para que Jeongin pudiera ayudar un poco en la cocina. Aún se sentía un poco desubicado respecto a la situación donde se encontraba; tiempo atrás —hace meses— se había prometido así mismo alejarse de Hyunjin y de todo lo que se relacionara con éste. Por su bienestar mental, también por su roto corazón.
Sin embargo, tenerlo ahora en la misma estancia donde él se encontraba no le proporcionaba ningún sentimiento negativo, todo lo contrario. No veía al mismo Hyunjin de tiempo atrás, este tenía un brillo diferente en los ojos e incluso se mostraba más preocupado a la hora de medir sus palabras frente a los demás.
No obstante, él mismo sentía un poco de desconfianza todavía, no salía de su asombro al pensar que Hyunjin era otra persona.
La cocina conectaba directamente con el salón, así que estar pensando en ello y, al mismo tiempo, sentir la mirada del azabache no era muy cómodo. La mujer era habladora, pero no podía negar que también tenía su parte agradable, sacaba buenos temas de los que comentar y siempre había una sonrisa en su rostro. Le recordaba a su madre y eso lo hizo sentir como si estuviera en casa. Después de todo, vivir aislados y tranquilos de la urbanización, no parecía tan malo como mucha gente lo tachaba.
—Mi marido y yo decidimos vivir lejos de la ciudad porque no nos hallábamos ahí, siempre hemos preferido la naturaleza... así que después de educar a nuestros hijos decidimos hacer una casa aquí y venirnos tan pronto como pudiéramos — Jeongin miró a la mujer, ella sonreía muy feliz. Ella era feliz—. Nuestros hijos nos vienen a visitar cuando pueden, suelen estar muy ocupados porque tienen una empresa que mantener.
—¿A ellos les parece bien que ustedes vivan en esta zona? —él miró a la pareja con una suave sonrisa, esperando una respuesta por parte de cualquiera.
—Bueno... Intentan convencernos de que regresemos a la ciudad, incluso nos han comprado un departamento en una buena zona de Seúl —como era de suponer, la mujer respondió—, pero nosotros no queremos. Sólo vamos en fechas señaladas y ellos vienen de vez en cuando para que estemos con nuestros nietos.
Jeongin sonrió.
—Qué bonito.
—¿Y ustedes? Se ven muy jóvenes para querer adoptar con tanta anticipación —de repente, la voz del hombre con más edad de los tres hizo eco en la estancia. Jeongin abrió los ojos sorprendido y miró a Hyunjin sin saber qué decir.
—Bueno... Creo que no importa si tomas estas decisiones antes o después —la pareja más joven se quedó mirando fijamente, Jeongin no se podía creer que Hyunjin estuviera hablando con tanta tranquilidad—, es cuestión del amor y la protección que sientas con la otra persona, ¿No? Es decir, yo cuando conocí a Innie no lo supe al instante, pero... Simplemente, pienso que es la persona adecuada para pasar el resto de mis días a su lado, así que no me parece importante formar una familia ahora o dentro de diez años, con tal de que él siga a mi lado —Hyunjin miró al más joven con tal intensidad que éste tuvo que bajar la mirada hacia sus zapatos, sintiendo como su cara ardía y la cadena que lo ataba al mayor, lo jalaba cada vez más hacia este—. Él logra hacerme sentir seguro en cada paso que doy.
—Oh, mi Dios —la exclamación de la señora hizo que Jeongin la mirara como si le estuviera pidiendo ayuda. Realmente no sabía de qué manera reaccionar frente a esas palabras tan sinceras—. Me alegra saber que siguen habiendo amores de este tipo, tan puros y sinceros.
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Una venganza casi perfecta
Fanfiction❝Era un plan infalible, la venganza perfecta, hasta que me enamoré.❞ Ella está rota por dentro. Él ansía una cruel venganza. Y el culpable es el objetivo a destruir. Después de ser cruelmente dejada, con el corazón roto y la dignidad por los suelos...