Capítulo 17

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Hyunjin apretó los puños en los costados de su gabardina y caminó con paso firme hacia donde se encontraba Minjeong, la agarró del antebrazo tirando de ella hasta que se colocó recta, las fotografías cayendo al suelo en el acto. Aquellos ojos que ya no le causaban absolutamente nada llenos de pánico, el fino cuerpo temblando bajo las yemas de sus dedos, la tensión mezclada con la verdad siendo palpable en el ambiente.

—Me mintieron —lloriqueó ella, apretando los ojos y dejando que las lágrimas resbalaran por sus pálidas mejillas.

Hyunjin, por un momento, debilitó el agarre, parpadeando confundido. Se parecía tanto a Jeongin que se sentía abrumado por ello.

—Sí, ¿Y qué? —se movió por el despacho sin soltarla, hasta que la arrojó sin mucha fuerza contra el sofá. Ignorando sus sollozos, empezó a recoger las fotografías con cuidado, sintiendo como su corazón se apretujaba cada vez que veía la sonrisa de Jeongin en ellas—. Será mejor que no te atrevas a hacerle una escenita a tu hermano nuevamente.

—¿Qué me harás? —habló entre lágrimas, extrañamente cambiado de semblante—. Jeongin ya no te quiere, creo que nunca lo hizo. No tiene caso que sigas defendiéndolo.

Hyunjin se reincorporó y la miró, intentando no arrugar los recuerdos por la rabia contenida.

—No sabes nada, así que cierra la jodida boca.

—¡Él no te amó, Hyunjin! Mi hermano nunca fue de las personas que se quedaban cerca, ¡Él era como tú! —Minjeong se levantó del sofá, con las mejillas rojas y también apretando los puños. Su expresión tensa.

Hyunjin realmente estaba aguantado las ganas de abalanzarse contra la chica y decirle sus verdades sin ningún destello de respeto; sin embargo, él había cambiado.

No era el mismo.

No quería volver a ser el mismo por Jeongin, porque lo amaba y quería demostrárselo.

—Estás despedida Minjeong, puedes ir recogiendo tus cosas —colocó las fotografías sobre el escritorio y la miró. No iba a ser benevolente con ella, nunca más lo sería. Estaba tan agotado que tan solo necesitaba descansar de tanto drama.

Cuando pensó que la menor de los Yang iba a rendirse y simplemente a marcharse por donde había venido, fue todo lo contrario, seguía estática frente a él. Los ojos inyectados en sangre, con la mandíbula tensa y temblando de la rabia medianamente contenida.

—¿Y ahora qué? Me vas a despedir porque Jeongin no te ama, ¿Verdad? Supera esta mierda, Hyunjin. Mi hermano nunca te...

Minjeong soltó un chillido de dolor cuando Hyunjin la cogió mediante el cabello de la parte de su nuca, haciéndola ligeramente hacia atrás. Empezó a dar golpes al aire, intentando acertar en alguno para poder apartarse; sin embargo, el azabache seguía tan ensimismado en su molestia e indignación que ella empezó a sentir miedo real.

—Hyunnie... Hyunjin.

—La que debería superar toda esta mierda eres tú, Minjeong —tiró de ella hacia arriba para que las miradas chocaran. Ambos par de ojos destellando diferentes emociones, pero con la misma intensidad —. Yo nunca te amé y mucho menos lo haré con este estúpido show que me estás montando. Su-pe-ra-me —se acercó a ella tanto como pudo, intimidándola. Volviendo a ser el mismo Hwang Hyunjin de hace un año y medio— Tan sólo te usé, eras mi jodido juguete de usar y tirar, ¿Acaso no te diste cuenta? ¿No leías las revistas? ¡Deja de hacerte la maldita ingenua porque nadie te cree!

—Suéltame —sollozó empujando el pecho de Hyunjin hacia atrás; sin embargo, no sirvió de nada porque le hacía más daño. Él la sostenía, pero tan sólo hacía presión, pero cuando ella intentaba deshacerse del agarre lograba sentir punzadas de dolor en el cuero cabelludo.

Una venganza casi perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora