Epílogo

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Jeongin refunfuñó por lo bajo mientras sus caderas eran aprisionadas por las manos de su próximamente exmarido.

No debería estar ahí, no quería estar ahí, pero Hyunjin últimamente había aprendido a utilizar su labia oculta y, gracias a ello, se encontraba delante de él, con un pañuelo negro sobre los ojos y a punto de tropezar con cualquier escalón si el maldito de Hwang no tenía cuidado.

—Como me caiga de boca, tú serás el siguiente —reafirmó por quinta vez. No tenía ni idea de lo que el azabache estaba tramando para tener que taparle la vista.

—Confía en mí, mi amor.

—¡No soy tu amor! Recuerda que estoy enfadado contigo.

Hyunjin bufó suavemente, provocando que el cabreo se intensificara más en su esposo. Él sabía que Jeongin estaba enfadado porque últimamente no llegaba a la casa a dormir, tenían tres años de casados y todavía no se acostumbraba a su inexistente horario en ROYAL, el cual muchas veces le obligaba a quedarse en los locales hasta el día siguiente. Esto había creado varias discusiones que desembocaban en Hyunjin quedándose a dormir en el sofá o, cuando Jeongin estaba de peor humor, en la alfombra de la habitación.

Hacía poco que se habían convertido en los dueños de una villa que Hyunjin mandó a construir meses después de haberse unido en matrimonio. Él quería probar con un vientre de alquiler, o mediante la adopción, resumidamente llenar su casa de niños que corrieran de aquí para allá sin ningún problema, por lo que el departamento de Jeongin no era lo suficientemente espacioso para formar una familia más grande.

Sus vidas no iban tan mal como muchos decían por ahí, pues su matrimonio con Jeongin se había hecho público cuando éste dio su consentimiento. Actualmente, estaban en la mira de muchos, y aún cuando el menor muchas veces se mostraba agobiado por dicha razón, la felicidad de estar juntos siempre ganaba por sobre cualquier cosa.

—Cuidado, hay un escalón —colocó un brazo alrededor de la cintura del menor y, con su otra mano, agarró la contraria para sostenerlo bien.

—¿Puedo quitarme el pañuelo? Está a punto de darme un ataque.

Cuando se cercioró de que estaban posicionados en un buen lugar, soltó a su esposo y se colocó frente a éste, sonriendo como un imbécil enamorado.

—Puedes hacerlo, bebé.

Jeongin se quitó el pañuelo dejándolo caer sobre su cuello y miró todo su alrededor, topándose con paredes blancas, un suelo brillante de color negro y dos puertas de madera más adelante de ellos dos. Básicamente, era un local vacío.

—¡Sorpresa!

Frunció el ceño confundido.

—¿Esto qué significa? Parece muy pequeño para acomodar un bar...

Hyunjin soltó una risotada suave y lo cogió por la cintura, pegándose a él todo lo posible, sin dejar de sonreír.

—Mi amor, ROYAL lo administrare desde casa —con un brazo, gesticuló un arco invisible como si le estuviera mostrando todo—. Bienvenido a nuestro nuevo estudio de fotografía. Bueno... todavía hay algunas cosas que acomodar, pero ese será tu trabajo. Después de todo, vas a ser el fotógrafo del estudio.

A Jeongin le faltó el aire por un segundo y se tuvo que soltar de su esposo para volver a mirar todo el lugar dando una vuelta sobre sí mismo, dándose cuenta de que estaban en un lugar céntrico de la ciudad.

Entreabrió los labios sorprendido y después miró al mayor sin poder creérselo.

—Me estás tomando el pelo.

—De ninguna manera. Este será nuestro negocio.

Jeongin sintió como su labio inferior empezaba a temblar y se acercó a Hyunjin a pasos lentos, buscando algún signo de diversión en su rostro. Cuando no dio con ninguno, se empezó a asustar verdaderamente.

—Tú empezaste la cadena de ROYAL administrándola personalmente, cariño. Esos bares y casinos son tu sueño, tu pasión. Deberías ir...

De repente se sintió un completo imbécil por enfadarse con Hyunjin y su insignificante horario de trabajo. No le podía arrebatar los años de esfuerzo y dedicación que le había puesto al negocio por su estúpido carácter intenso que a veces se le salía.

—Jeongin —le tomó de las mejillas, ambos se miraron directamente. En ellos se podía seguir viendo reflejado el amor mutuo que se tenían—, tú eres mi sueño y mi pasión.

—Pero...

—No te preocupes, ¿De acuerdo?  Aún sigo siendo dueño de Royal, e iré uno que otro día para supervisar solo que ya no serán todos los días como antes ¿Vale? Sin contar que nuestras acciones siguen intactas. Además Minho y Jisung me ayudarán con los días que no vaya.

Jeongin sonrió apenado. Desde que se casaron, Hyunjin había insistido en que todo lo que era suyo también le pertenecía a él, por lo que todas las propiedades que estaban a su nombre pasaron a estar al suyo de igual manera.

—Yo confío en Minho.

—Yo también, mi amor —suspiró pesadamente, bajando la mirada. Aún seguía teniendo ese sentimiento de egoísmo presionándole el pecho—. Pero ese no es el caso. Yo no soy nadie para impedirte ir al lugar que amas como estás acostumbrado ni romper tu horario al que has seguido al pie de la letra por más de diez años.

—Escúchame —le soltó las mejillas y agarró sus manos entrelazándolas—. Todo lo que soy lo conformas tú, Jeongin. Contigo me di cuenta de que el poder, el dinero y toda la mierda referida a ello no importaba  a la misma escala que tú. Tú y Minseok son lo único bueno en mi vida y no voy a dejar que un negocio, por muy extenso que sea, me haga pasar menos tiempo de calidad con ustedes. Por favor, acepta ser mi socio en este humilde negocio que empezaremos.

Jeongin se mordió el interior de su mejilla.

—Está bien... No sabes lo feliz que me haces al escuchar esas palabras —besó castamente los labios de su esposo y sonrió con los ojos cerrados, juntando ambas frentes.

—Entonces... ¿Me perdonas? —Hyunjin movió los brazos hacia su cintura y lo apretó suavemente, enterrando el rostro en su cuello, aspirando el aromaba natural que emanaba.

—Mmmh... No —Jeongin colocó las manos sobre los brazos de su hombre y sonrió con diversión. Empezaron a moverse por todo el local con leves movimientos de lado a lado.

—¿Estás tomando venganza contra mí?

—Posiblemente —se mordió el labio inferior cuando fue acorralado contra una columna que había en el local.

—¿Sabes qué he escuchado por ahí? —se miraron. Tanto los ojos de Hyunjin, como los de Jeongin sobrepasaban el concepto de lujuria—. La mejor venganza es un buen cuerpo —el azabache hizo un camino lento con sus yemas sobre la columna del menor, bajo la camisa que llevaba puesta ese día, susurrándole aquella frase en un tono sensual.

—¿Y yo tengo un buen cuerpo? —jadeó suavemente, apretando los bíceps contrarios. Cada toque por parte de Hyunjin le erizaba la piel rápidamente.

Habían pasado cinco años desde que se conocieron y aún a tres bajo cero seguía sobrando la ropa.

—Uno que me vuelve completamente loco.

Jeongin sonrió con orgullo y colocó una mano sobre la nuca del mayor para acercarlo a él y besarlo con ansías. Le rodeó el cuello con los brazos y dejó que lo elevara del suelo hasta que tuvo las piernas alrededor de su cintura, aún apoyado contra la columna.

Después de todo sí que tenía razón. La mejor venganza era tener un buen cuerpo y con ello, Jeongin iba a hacer delirar a Hyunjin hasta la eternidad.

















Muchas gracias por haber llegado hasta aquí 💗 me duele un poco que ya haya llegado a su fin, pero les seguiré trayendo más historias bonitas. Lxs tqm<3

Una venganza casi perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora