Capítulo 11

767 79 17
                                    

El viaje en el que se encontraba Hyunjin había salido de improvisto, ni siquiera estuvo planeado con días de antelación para poder organizar la agenda de Minho —claramente porque él se hubiera encargado de eso—; sin embargo, a dos días de saberlo, su mejor amigo había caído totalmente enfermo con gripe. Parecía que la vida lo odiaba y quería tenerlo en París para hacerse cargo de los negocios, pero de todos modos no podía ser tan hijo de puta como para dejar que Minho hiciera un viaje de tantas horas en el estado que se encontraba.

Y siendo sinceros, no había querido hacer el viaje por tres razones sostenibles: Dejar el negocio solo —aunque confiaba ciegamente en Minho—; además de no ser para nada bueno negociando con posibles socios y, la última pero no menos importante, estar de vuelta en Francia sin haber tenido la oportunidad de llevarse a Jeongin con él.

Aunque no le quedó más remedio.

Tronó los huesos de sus nudillos y caminó tranquilamente por el aeropuerto. No había pasado buena noche en el jet privado, así que se vistió tan solo con unos pantalones cortos que le llegaban por encima de las rodillas, un jersey de color gris junto a unos zapatos oscuras y las gafas de sol.

—Hyunjin —su asistente personal se acercó a él, extrañamente tenía mejor cara después del viaje—, los socios han confirmado la reunión.

—De acuerdo —sin mirarla siquiera, se adentró en el coche que manejaba San y vio como la muchacha hacía lo mismo.

—Señor, ¿Directo al hotel? —el guardaespaldas arrancó el coche y vio como, mediante el retrovisor, su jefe asentía.

Durante el trayecto hacia aquel lujoso hotel lo único en lo que pudo estar concentrado fue en pensar cómo mierda iba a conseguir el contrato firmado. Había contratado a un traductor por si acaso, aunque le habían dicho que los socios Franceses dominaban bastante bien el inglés, así que no tenían problema si llevaba o no a un profesional.

Chasqueó la lengua echando de su cabeza todos aquellos pensamientos y desbloqueó su teléfono con desgana. Quitó el modo avión tan rápido como vio la pantalla de inicio y los mensajes empezaron a bombardearle; algunos eran de Minho, otros de sus subordinados y... Jeongin también aparecía en la lista.

Jeongin: Por fin estoy en casa, ¡Gracias por contratar personal para ayudarme a limpiar todo! 12:00 PM"

Sigues en el jet, ¿verdad? 12:28 PM

Espero que hayas llevado todos los documentos, tu asistente puede ser muy guapa, pero es un tanto... despistada.  12:30 PM

Rio por lo bajo cuando leyó como criticaba a la mujer y siguió deslizando el chat, sin despegar la sonrisa que tenía en el rostro.

Ah... Le haces falta a Kkami. Está muy triste. 12:45 PM

Sí, desde luego... Buenas noches, Jinnie.
12: 56 PM

Él seguía teniendo la hora estándar de Seúl y marcaban justo las siete de la mañana, así que pensó varias veces en llamarlo en esos momentos; sin embargo, decidió esperar un poco más hasta que llegaran al hotel, y bajo la tranquilidad de aquellas cuatro paredes, poder llamarlo.

Siguió viendo los mensajes y se quedó un poco más tranquilo cuando leyó uno de Minho diciéndole que estaba en la mierda, pero que no se preocupara mucho. Podría sobrellevarlo totalmente solo. Sus subordinados, en cambio, le comunicaban algunas noticias recientes sobre los casinos y bares, pero agradeció que ninguna fuera lo suficientemente mala como para tenerlo agobiado durante toda su estancia en París.

Una vez estuvieron frente al Hotel, salió del coche y dejó que los demás se encargaran de las maletas. Él necesitaba descansar, necesitaba escuchar la voz de Jeongin. Sacudió la cabeza y retiró las gafas para pasar la tarjeta que daba acceso a la suite; no podía esperar a poder probar esa cama; sin embargo, no era lo mismo.

Una venganza casi perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora