Capitulo 11

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Yongsun se despertó lentamente. Oía el crepitar del fuego y a Byul haciendo algo en la cocina, pero el sordo latido entre las sienes la convenció de que abrir los ojos para enfrentarse a la luz del día podría ser un error. Con un gemido, rodó tímidamente hacia un lado. Apoyada en el respaldo del sofá, respiró hondo varias veces pensando que así despejaría el martilleo de su cabeza. Pero no fue así.

Al darse cuenta de que Kim estaba despierta, Byul se acercó y se sentó en la mesita.

—¿Qué tal tu pierna? —preguntó en voz baja.

—Mejor que mi cabeza. —murmuró Yongsun.

Byul se rió y le dio un golpecito en el brazo para que abriera los ojos. Le dio una botella de agua y le dijo:

—Toma, bebe esto. Te aliviará el dolor de cabeza.

Yongsun tragó unos cuantos sorbos de agua y la miró, dándose cuenta inmediatamente de que se había peinado y de que sus mejillas habían recuperado un poco de color.

—¿Cuánto tiempo he estado dormida?

—¿No querrás decir desmayada? —dijo Byul con una risita.

Sonriendo, Yongsun asintió con la cabeza:

—Sí, eso también.

—Casi ocho horas, creo

—¿¡Qué!?

—De alguna manera no creo que hayas dormido mucho desde el accidente, así que entre eso, el alcohol y el dolor...

—Sí, pero ¿y tú?

Poniendo los ojos en blanco ante la forma de preocuparse de Kim, Byul dijo:

—Relájate. En cuanto te limpié, me fui a dormir. Me desperté hace una hora y estaba a punto de prepararme un té. ¿Quieres un poco?

—Sí, estaría bien.

Al notar una expresión de dolor en la cara de Byul cuando se levantó, Yongsun extendió su mano y la tomó.

—¿Qué te pasa?

Al sentir la cálida mano de Yongsun alrededor de la suya, pasaron varios segundos antes de que respondiera.

—He intentado echar más leña al fuego, pero creo que me he abierto el corte del costado.

Preocupada, Yongsun le soltó la mano y levantó su camisa lo suficiente para ver el vendaje. Al ver las manchas de sangre en la gasa, frunció el ceño mientras se ponía de pie.

—Será mejor que vayas a acostarte y yo iré a por las vendas. —dijo Yongsun, apoyando con cautela el peso sobre su pierna derecha.

—¿Cómo está? —preguntó Byul, mirando su muslo fuertemente vendado.

El martilleo de su cabeza superaba con creces el dolor sordo de su pierna y sonrió.

—La verdad es que no está tan mal.

Unos minutos después, tras buscar la crema antibiótica que había escondido en el baño, se reunió con Byul en el dormitorio. Sentada en el borde de la cama, levantó el dobladillo de su camisa y empezó a curarle la herida.

—¿De dónde has sacado esa crema? —preguntó Byul, fijándose en el pequeño tubo que había colocado sobre la cama.

—Estaba en el baño.

—Creí que habías dicho que el único desinfectante que teníamos era el alcohol.

—¿Es eso lo que dije?

—Yong, ¿por qué me dejaste usar el alcohol si teníamos eso? —dijo Byul, cuyo acento se acentuó a medida que se enfurecía.

Encogiéndose de hombros, Yongsun levantó la vista.

Hielo [MoonSun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora