Prólogo

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Después de pasar las dos últimas horas de pie en una cocina estrecha y mugrienta, en cuanto Moon Byul salió de la destartalada casa del lado este de Londres, agradeció la sensación del aire fresco de la noche en la cara. Al detenerse un momento para respirar la humedad, cuando vio que su compañera de piernas largas estaba casi llegando al coche, murmuró para sí misma:

—Oh, no lo harás.

El silencio de la noche se rompió con el sonido de sus zapatos de tacón bajó al correr trás Kim. Cuando por fin la alcanzó cerca de la acera, la inspectora Byul la agarró del brazo y la hizo girar.

—¿Qué demonios te pasa? —gritó Moon, fulminando a la mujer con la mirada.

Enarcando una ceja, la inspectora Kim Yongsun le arrancó el brazo de un tirón.
Sin decir palabra, se metió la mano en el bolsillo, sacó los cigarrillos y encendió uno con calma. Dejó que el humo saliera lentamente por su nariz y dijo:

—¿Perdón?

Acercándose un paso, Moon gruñó:

—¿Cómo llamas exactamente a lo que acabas de hacer ahí dentro?

—Lo llamo hacer mi trabajo. —dijo Yongsun.

—¿Tu trabajo? ¡Tu trabajo! Eres una agente de policía, no una maldita justiciera, ¡por el amor de Dios! ¡Lo que hiciste fue inapropiado y poco profesional! ¿Tienes idea de cuántas normas acabas de romper?

Con una sonrisa de satisfacción, Yongsun respondió:

—No he roto ninguna, cariño, sólo me he saltado algunas.

Apretando los dientes al oír el cariño, Byul dijo:

—¡Amenazaste su maldita vida!

El temperamento de Yongsun empezó a hervir. Asociada con Moon desde hacía sólo dos semanas, no había tardado mucho en darse cuenta de que su enfoque de la investigación de un secuestro chocaba con el de ella, pero ambas habían conseguido superar sus diferencias... al menos, hasta ahora.

Tragando su ira, Yongsun se lo pensó dos veces antes de decir otra palabra. Miró a su alrededor y vio que aún había al menos una docena de policías merodeando.
Como no quería que ninguno de ellos oyera lo que tenía que decir, inclinó su metro setenta en dirección a ella.

—Lo hice hablar y nos dijo lo que necesitábamos saber. El niño está a salvo, y en lo que a mí respecta, eso es todo lo que importa.

—Entonces, ¿actuar como una especie de maníaco es tu idea de cómo interrogar adecuadamente a un sospechoso?

Cruzándose de brazos, Yongsun dijo:

—Funcionó, ¿verdad?

—¡No es la forma en que se supone que debe hacerse! —dijo Moon, apretando los puños—. Tenemos normas que seguir y reglamentos que cumplir, ¿o te has saltado esa parte de la formación?

Dejando caer su cigarrillo sobre la hierba, Kim pulverizó lo que quedaba hasta que desapareció en el suelo. Apenas pudo mantener la calma y decidió marcharse.
Era su única opción. Si no, sabía que diría algo de lo que se arrepentiría. Lanzando una mirada de acero en dirección a Moon, dijo:

—Esta conversación ha terminado.

Yongsun comenzó a alejarse, pero su ímpetu se detuvo cuando Moon volvió a agarrarla por el brazo.

—¡No, no ha terminado! —gritó Moon—. Durante dos semanas he tenido que aguantar tus estupideces. He mantenido la boca cerrada por respeto al trabajo que intentábamos hacer, y por el niño que intentábamos encontrar, pero ahora que está a salvo, ¡voy a dar mi opinión! —Invadiendo el espacio de la otra agente, apuntó con el dedo a la cara de Yongsun—. Eres una policía pésima, Kim. Eres un matón con una tarjeta de orden judicial y no tienes ni puta idea de lo que es ser un buen detective. Eres impulsiva e insolente, y si alguien se interpone en tu camino, lo arrollas como si no estuviera allí.

—Hago lo que haga falta. —replicó Yongsun con los dientes apretados.

—No, haces lo que crees que hace falta, pero tengo noticias para ti: para ser detective inspector hace falta algo más que músculo y amenazas. Hace falta inteligencia, intuición y tacto. Hace falta habilidad para examinar las pruebas, seguir las normas y detener al sospechoso. ¡No se necesita la promesa de infligir daños físicos, como cortarle el pene a un hombre y metérselo por la garganta!

El temperamento de Yongsun estaba a punto de estallar. Frunció el ceño y gritó:

—Ha hablado, ¿verdad?

—Sí, habló, pero si me hubieras dejado interrogarle como es debido, siguiendo las malditas normas que se supone que debemos seguir, ¡te aseguro que los resultados habrían sido exactamente los mismos!

Con cada sílaba, sus voces se hacían más fuertes, y los oficiales que se arremolinaban alrededor habían empezado a darse cuenta. Con Moon unos centímetros más baja que su compañera, al principio el intercambio parecía casi cómico. La mayoría de ellos no podían ocultar sus sonrisas cuando la mujer más pequeña regañaba a la imponente Kim, pero a medida que iban soltando más y más palabras, sus sonrisas empezaron a desvanecerse.

—No he infringido ninguna maldita regla, y si lo he hecho, ¿y qué? Es mi expediente el que está lleno de reprimendas, no el tuyo.

—¡Jesucristo, esto no se trata de ti! Tus acciones hablan por todos nosotros, ¿no lo ves? Estamos todos ahí fuera dejándonos la piel intentando que las personas confíen en nosotros, y llegas tú y arruinas todo lo que hemos intentado conseguir sin pestañear. Eres peligrosa y nos das mala fama a los demás. Si fuera por mí, ni siquiera estarías en la fuerza.

—Bueno, no depende de ti, ¿verdad? ¡Pequeña altanera! —bramó Kim—. Y no eres la única que ha tenido que aguantar mierda, Moon. No tengo ni idea de cómo alguien puede ser tu compañero durante un día, ¡no digamos durante dos malditas semanas! Eres, de lejos, la mayor tarada que he conocido. Eres como la mascota del Jefe, por el amor de Dios. Saltando detrás de él cuando va a por su café para poder darle todas tus ideas, ¡pareciendo un maldito perro esperando una golosina! Y por si fuera poco, he tenido que aguantarte alardeandote con tus putos trajes de poder, apuntando tus pequeñas notas y ofreciendo a los testigos sonrisitas bonitas con la esperanza de que hablen. Puede que sea un poco dura, cariño, pero al menos no soy ridícula.

Apuntando con el dedo a la cara de Kim, Moon gritó:

—¡No eres más que un matón!

—¡Tal vez, pero es mejor que ser una zorra lametraseros!

La fuerza de la bofetada que siguió hizo que Kim Yongsun cayera de rodillas.

Hielo [MoonSun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora