Los fuegos artificiales iluminaban el cielo, la música, los gritos de felicidad y las risas llenaban el aire. Cada sonido hacía que mi corazón se detuviera.
La gente bailaba, cantaba y le deseaba lo mejor a los novios.
—¡Hey, la novia está a punto de lanzar el ramo, vengan a atraparlo!— exclamó el animador, haciendo que su voz llegara claramente a mis oídos.
Me mordí el labio. Las lágrimas me picaban en los ojos y solo deseaba desaparecer.
—No te pagan para que te quedes ahí parada— comentó una voz a mi lado— anda a repartir el champán, ya va a ser hora del brindis.
Apreté con fuerza la bandeja que llevaba y traté de respirar profundamente para no lanzar el champán a la cara de nadie.
—¿Te lo repito otra vez?— inquirió la voz, acercándose más.
Mis ojos se encontraron con los de ella. Sus ojos verdes me miraban con la misma superioridad de siempre, y su sonrisa era sarcástica.
—Sí, ya voy, señorita Eugenia— respondí con voz temblorosa.
—Anda, si no, ya sabes qué pasará— advirtió, esta vez con una sonrisa más burlona. Sentí un impulso de arrojarle la copa a su rostro.
Ella iba vestida para la ocasión, con un elegante vestido rosado oscuro, perfectamente peinada como siempre. Lo bonita que era lo compensaba con lo desagradable que podía ser.
Llevaba casi toda mi vida viviendo en su casa, casi toda mi vida la conocía, y casi nunca fue amable. Siempre me vio como la hija de la sirvienta que, al crecer, se convirtió en su sirvienta.
Empecé a caminar hacia el jardín donde estaba la gente y las mesas del evento para entregar el champán. Al notar que la bandeja ya se estaba vaciando, el tiempo parecía detenerse para mí. Cada minuto era una puñalada en mi corazón. A lo lejos, vi a Mery posicionándose en el centro de la pista para lanzar el ramo. Detrás de ella había unas veinte chicas esperando para atraparlo, aún aferrándose a la absurda tradición de que quien atrape el ramo se casará.
—¡A la una, a las dos y... a las tres!— gritó el animador.
Mery lanzó el ramo y vi a una chica que no conocía atraparlo. Ella gritó de emoción mientras todos aplaudían.
—¡Felicidades!— exclamó el animador con una sonrisa.
Me quedé parada frente a la pista de baile cuando vi a Peter tomar la mano de Mery y susurrarle algo al oído.
—¿Te imaginas cómo será cuando nos casemos?— le pregunté mientras me acomodaba en su pecho desnudo— Siempre ha sido uno de mis sueños.
—Podría ser en la playa, solo nosotros dos, o en cualquier otro lugar. Lo importante es que estés conmigo— respondió con una voz masculina que me encantaba.
—En la playa sería maravilloso, algo muy íntimo, solo tú y yo, prometiendo que nuestro amor nunca se romperá— dije, sonriendo como una tonta.
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Reencontrar
FanfictionHabía dejado todo el pasado atrás, pero siempre el pasado te vuelve encontrar >