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—Te prometo que te amo —susurré en sus labios.

Él me miró, y sus ojos aún expresaban enojo.

—¿Entonces por qué te vas a casar con él? —habló con un sollozo en la voz.

—Sabes que lo hago por mi familia, también porque ayuda en la empresa...

Nico rápidamente me calló.

—¿Es más importante eso que nuestro amor? —me agarró de las manos—. No nos hagas esto, Eugenia —me suplicó.

Tragué saliva mientras lágrimas salían de mis ojos.

—Quisiera que todo fuera diferente —lo miré fijamente—, pero creo que estamos destinados a sufrir.

Puso la mano en su pecho, y me mordí el labio.

—Escapemos —juntó su frente con la mía—. Que no te importe lo que diga tu familia, si es verdad que me amas, vente conmigo, Eugenia, no te cases con ese imbécil.

Cerré mis ojos, negando. Me estaba a punto de convencer.

—Nico... vos solo sos un chofer y...

Calló mis palabras cuando Nico se separó lejos de mí y soltó un gruñido.

—Y dale con eso. Vos sos la chica más superficial que existe y te amo por eso. Sé que somos de mundos muy distintos, pero por algo congeniamos. Si te escapas conmigo no te va a faltar nada, mi amor, te lo prometo. Vos no sos feliz con ese tipo, conmigo sí. El dinero no va a comprar que vos seas feliz con él, no te castigues así —su voz me suplicaba.

No me podía negar. Rápido puse las manos en su cara y me acerqué mucho a él.

No me imaginaba una vida sin él, no quería tenerlo lejos, sé que siempre va a ser él.

—Elijo ser feliz contigo —sonreí.

Él abrió los ojos con sorpresa.

—¿Te irás conmigo?

Como respuesta lo besé con mucha dulzura, para que tenga claro que mi chofer es lo que siempre voy a elegir. No sé cómo pasó, no sé en qué momento me enamoré de él, solo pasó y no quiero soltarlo nunca.

Se escuchó cómo se abrió la puerta de mi habitación. Rápido me separé, pero era muy tarde; mi mamá estaba parada y vio el beso.

Cerré los ojos fuertemente, negándome a asimilar que mi mamá acababa de ver esto.

—¿Qué significa esto? —gritó mi madre con cierto enojo.

—Señora Emilia, yo puedo explicar... —habló Nico.

—Cállate, vos no tenés opinión, solo sos un simple chofer de mierda. No entiendo qué hacés en la habitación de mi hija —habló fuerte mi mamá.

—Sí, aléjate, me vas a pasar un virus por este beso de mierda que acabas de dar —intenté sonar convincente.

Pero me dolía el alma decirle esas palabras.

—Eugenia, acabas de decir que... —lo callé.

—No te ilusiones. Es mejor que te vayas de mi habitación —hablé con mucha convicción.

Nico me vio sin entender. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Me mataba verlo así, me mata saber que lo herí otra vez.

—Eugenia, no hagas esto otra vez —me pidió con tristeza en su voz.

—Es mejor que salgas de esa puerta ya, Nicolás Riera, porque si no, te echo a tu papá y a vos. Ándate ya.

Nico me tiró la última mirada llena de furia.

—Esta vez se terminó en serio, Eugenia. No me vuelvas a buscar en tu puta vida.

Intenté hablar, pero Nico ya se había ido. La puerta de mi habitación se cerró. Mi alma se rompió en mil pedazos, mis lágrimas empezaron a caer otra vez.

—Es lo mejor, hija —mi mamá puso las manos en mis hombros y agaché la mirada—. Ya lo habíamos hablado.

Negué rápidamente.

—Mami, yo lo quiero de verdad —solloce.

Mi mamá me levantó el mentón y me miró con una mirada que desconocí.

—El amor no sirve de nada —habló fríamente—. Más si él no te va a ofrecer nada de lo que te mereces. Estás condenada a sufrir.

Mi mamá ya sabía sobre el tema de Nico y yo, pero nunca le gustó. Era obvio porque él solo era un simple chofer.

—Pero mamá, yo no amo a Agustín.

—Hija, te conviene casarte con él. Él nos puede ayudar.

—Te va a ayudar a ti —le recordé.

Mi mamá sabía que cuando me casara con Agustín, la mitad del dinero de él pasaba a ser mío. No sabía por qué mi mamá insistía tanto con ese dinero. Personalmente, a mí no me faltaba, pero ella sí lo necesitaba, por el tema de que una persona que ella quiere está en prisión.

—Sí, pero vos querés verme feliz como yo quiero verte feliz a ti —tocó mi pelo mientras me sonreía—. Yo hace años también me enamoré de la persona equivocada y acabó todo muy mal. Hija, no quiero que te pase lo mismo. Solo quiero que seas feliz y eso va a resultar si te casas con Agustín. Él es el hombre que merecés. ¿El chofer en serio? No tiene nada que darte más que penas. Vos sin duda merecés a Agustín.

Mi mamá tenía razón, Agustín era todo lo que necesitaba. Pero sé por que me dice todo esto

Ella se enamoró y el amor de su vida se está pudriendo en esa cárcel, pero si mi mamá con mi ayuda lo podrá sacar lo voy hacer

—Me casare con Agustin.

—Solo no quiero que pases por lo que pasé yo. No te vas a arrepentir de casarte con Agustín y, si te casas con él, también me ayudarás a mí.

Yo solo asentí, escuchándola.

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Que fea esta señora manipulaba a sus hijos para conseguir dinero

Esta semana actualizo el otro capítulo gracias por leer

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