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—¿Entonces así es el proceso de una construcción? —pregunté sin entender mucho.

—Sí, no es tan complicado —me regaló una linda sonrisa.

Intenté no perderme en esa sonrisa que me ofrecía, pero me resultaba imposible; era muy bonita.

—Solo un poco —solté un suspiro.

—Yo sé que sos nueva en esto, pero sé que vas a poder con la presidencia. Igual tenés el apoyo de los que trabajamos acá —su voz sonaba suave.

Me mordí el labio y lo miré.

No tenía el apoyo de todos; la mayoría de los que trabajan aquí son hombres. Además, la empresa era de mi familia sorpresa, así que tampoco es que me quieran tanto.

Esa familia casi me humilló toda la vida. Ahora tengo en mi poder todo lo que alguna vez les perteneció. Qué buen karma les tocó.

—Bueno, no el apoyo de todos... —susurré.

—Pero el mío sí, y el de mi papá también —rozó levemente su hombro con el mío.

—Lo agradezco, Pablo —le sonreí esta vez yo.

Lo decía en serio. Pablo me ha ayudado, su papá Mariano también. Me han introducido en este mundo de la construcción. Son buenos trabajadores y amigos de mi abuelo, llevan trabajando aquí desde hace tiempo, creo.

—¿Voy a ser el trabajador del mes por ayudarte, Lali? —se acercó un poco más.

Estábamos en la sala de juntas. Él me estaba explicando un tema que, la verdad, no entendí mucho, pero lo estaba intentando.

—Puedo ponerte —sonreí levemente.

—Lo merezco, te he ayudado —se lamió los labios.

Mentiría si dijera que no me parece sexy; es que lo es. Hoy llevaba una camisa celeste que combinaba con sus ojos. Últimamente se ha acercado mucho estos dos días de la semana. Creo que soy yo la que está viendo luces donde no hay, pero hemos hablado un poco. Ayer me quedé un rato haciendo algunas cosas en mi hora de almuerzo y se quedó conmigo hablando. Me agrada.

—Solo por eso sos la estrella de la semana, Pablo —sonreí tontamente.

—Wow, me halagas —puso su mano en mi hombro—. Como soy la estrella, ¿querés salir con esta estrella a cenar? —me guiñó el ojo.

Automáticamente me puse nerviosa; creo que hasta me sonrojé.

—¿Hoy? —dije con un nudo en la voz.

—Sí, bueno, si estás desocupada. Si no, otro día de esta semana.

¿Salir con un trabajador? Suena algo no muy ético.

—Así me explicas más sobre esto que me está matando —suspiré cansada.

—Sí, lo puedo hacer —sonrió otra vez—. También podemos hablar de otras cosas.

Cuando dijo eso, me puse más nerviosa aún, pero tenía que mantener la postura.

—Lo más importante es el tema laboral, ¿no? —Él dejó caer su mano de mi hombro y la puso sobre la mesa que estaba frente a nosotros.

—Bueno, sí, pero podés conocer más a tu estrella de la semana, Lali. También podemos ir a cenar a celebrar que sos una buena presidenta —dijo con buena onda. No sé si era yo, pero cada vez se acercaba un poco más.

—Hago lo que puedo, Pablo —tragué saliva—. Soy nueva y...

—No sabía que Nicolás tenía una hija —dijo con duda—, y una hija linda.

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