2.

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Tom Riddle es un año mayor que Harry.

En un día normal si acaso se encuentran dos veces fuera de las horas de comida en el gran comedor donde ni siquiera suelen cruzar miradas. Usualmente eso sucede entre los cambios de salones o rara vez en momentos de descanso en el jardín, pero no porque se crucen significa que se pongan verdadera atención.

Eso ha ocasionado bastantes accidentes que terminan en pérdidas de puntos para el ojiverde, quien nunca sabe cuándo puede bromear o decir algo sin ser escuchado/visto por algún prefecto (uno de slytherin en específico).

El pasatiempo favorito de Riddle podría ser bajarle puntos al pobre ojiverde que lo único que hace es intentar pasársela bien con sus amigos. Pero no es algo para tomar en cuenta.

—¿Qué estás comiendo? —Ron le pregunta mientras caminan hacia su clase de pociones, luciendo tan hambriento que el ojiverde casi se mete todo el postre a la boca para no compartirle y molestarlo.

—Nada —dice, pero el pelirrojo casi instantáneamente se pone a hacerle ojitos de cachorro golpeado y no pasan ni diez segundos cuando extiende un trozo de brownie en su dirección—. Eres idiota.

—Sabes que te amo —se acerca a su rostro para besar su mejilla en burla, pero Harry no se da cuenta de eso y gira en su dirección para decirle otra cosa, provocando que sus labios se junten en un beso accidentado.

Con demasiado contacto de chocolate pegajoso para pasarlo por alto.

Ambos chicos saltan instantáneamente—. ¡Ron! —Harry se queja retrocediendo mientras limpia sus labios con la manga de su uniforme.

—¡No fue mi culpa! —el contrario responde, más concentrado en comer el brownie que en limpiarse la boca como lo hace su amigo—. No seas ridículo, no es la primera vez.

—¡Eso no lo hace mejor! —se sigue quejando, retrocediendo hasta que choca con un cuerpo ajeno, casi cayendo al suelo sino fuera porque está siendo sostenido por el contrario.

Porque a Harry siempre le pasan ese tipo de cosas—. Lo siento —gira apoyándose levemente en el chico para tomar equilibrio nuevamente, una sonrisa avergonzada que se transforma en una preocupada cuando reconoce a la persona con la que ha chocado.

No quiere perder puntos de nuevo.

—Andar sin cuidado golpeando a estudiantes en los pasillos —Riddle habla negando levemente—. Veinte puntos de gryffindor.

—¿Veinte? —repite incrédulo, el contrario le mira con satisfacción en sus ojos azules—. Eso es el doble de lo que se supone tienes permitido.

—¿Según quien? Solo cumplo mis deberes como prefecto, garantizar la seguridad de los estudiantes es mi prioridad —sonríe de esa forma que resulta encantadora para todas las personas y que casi hace suspirar al resto de estudiantes en el pasillo.

Pero no a Harry, quien solo puede pensar en los 20 puntos que deberá recuperar—. Todo es tu culpa Ron —acusa a su amigo dejando de lado a Riddle.

—Solo fue un beso, Harry. Ven aquí y te daré otro —extiende las manos en su dirección, pero el ojiverde se aleja antes de que pueda alcanzarlo, cuidando no volver a chocar con ningún otro estudiante en el transcurso.

—Consíguete una novia —le empuja, decidido a continuar con su camino.

—Uhm, hablando de eso... en realidad quisiera invitar a salir a Párkinson.

—¿Párkinson? —se sorprende, deteniéndose por un segundo—. Si que te gustan las chicas con carácter.

—¿A ti no?

—Bueno si, pero igual. Párkinson —repite—, una apuesta difícil amigo.

—Creo que no me es tan indiferente. Hemos hablado, es agradable... y coqueta —le dice, sus mejillas adquieren una tonalidad que combina con su cabello.

Harry no le ha visto así en todos los años que lleva conociéndole, es raro y divertido. Pero también se siente feliz por su amigo, en realidad fuera de todo ese carácter que atemorizaba a algunos chicos, Pansy era una chica muy divertida.

—Entonces hazlo, no soy amigo de cobardes —golpea su costado, animándole y avergonzándole.

—Ahora que lo pienso, Riddle te bajo el doble de puntos porque ayer no tuvo una excusa para hacerlo —se burla, necesitando cambiar de tema antes de llegar a clase donde la chica pelinegra estaría presente.

—Si, es así de molesto —admite, dejando caer su cabeza hacia atrás—. ¿No es ridículo que la tome contra mi?

—Un poco, pero ya deberías estar acostumbrado. Aquí todo es así. O te aman o lo aman. O forman parte de tu club de fans o te odian. O formas parte de su club de fans o lo odias.

—Yo no lo odio —le recuerda, rodando los ojos—. Solo estoy en modo de supervivencia.

—Bueno, tampoco creo que te odie. Tal vez solo no te soporta, dos chicos increíbles no pueden existir en un mismo lugar —decide.

—Tal vez. No somos de la misma generación siquiera, ¿se supone que aún así soy una especie de competencia para el? ¿Cómo alguien es competencia para el prefecto perfecto?

—Tu lo eres, no te quites mérito, eres una especie de prodigio menos obsesionado.

—Mhm, pero aún así. Tal vez mi competencia sería Draco, por lo menos en quiddich que es una de las cosas que más me importa. Aunque ninguno de los dos se toma tan en serio la rivalidad.

—Eso es porque tu padrino y su padrino se han encargado de hacerlos más hermanos que rivales.

—Bueno, si —asiente, estando de acuerdo.

—¿James vendrá para la semana de demostraciones este año?

—Si, lo inscribí hace unas semanas y me prometió estar aquí. Dijo que prepararíamos un duelo juntos y demostraríamos porque ambos somos los mejores duelistas de nuestras generaciones.

—¿Quien más crees que venga? —le cuestiona aún más interesado—. Charlie dijo que vendría pero-

—¿Charlie vendrá? —el ojiverde le interrumpe mirándolo sorprendido.

¿Hace cuánto no veía al domador de dragones? ¿Dos años?

—Si, ¿no será divertido? Le hice prometerme que nos llevaría a algún lugar.

—Si —le sonríe, igual de emocionado por la idea.

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