8.

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Cuando Harry entro a Hogwarts se sentía un niño pequeño, y bueno, lo era. Pero no en ese sentido.

Se sentía como si todo el mundo fuera demasiado experimentado y él estuviera un paso detrás de todos, y bueno, así era. Pertenecía a la generación más joven, claro que todos estaban un paso delante.

Pero el simplemente no podía sobrellevar la idea de no estar a la expectativa.

Luego se sintió mejor cuando se dio cuenta de que en realidad, estaba mucho más avanzado que algunos chicos incluso mayores que el.

No estaba tan mal, para cuando creciera un poco más sin duda estaría más que a la expectativa.

Entonces conoció a Riddle, o más que conocerlo a él, fue consciente de todos sus logros, su talento, lo disciplinado que era y como se adaptó rápidamente a su mundo. Él pertenecía tanto ahí.

Y por un momento se sintió celoso, y maravillado, quería tenerlo de amigo. Lo quería tanto tanto que se prometió a sí mismo que lo conseguiría.

Pero Riddle nunca le permitió acercarse. Siempre tratándolo como si fuera una compañía desagradable y un chico estúpido.

Eventualmente el encanto inicial se desvaneció.

No diría que odia al slytherin. Pero tampoco podría decir que le agrada.

Si bien al principio intentaba estar cerca de él, ahora preferiría no topárselo en lo absoluto.

Pero la suerte y el apellido Potter nunca se habían llevado bien.

Y Dumbledore es sin duda un adulto que disfruta de atormentar a sus alumnos. Especialmente a sus favoritos.

—Con todo respeto que se merece profesor y se que usted entenderá —Harry comienza, inclinándose un poco hacia el escritorio—. Esto es ridículo y usted ha enloquecido.

—Potter —Riddle suena escandalizado, como si no pudiera entender el valor para decir aquellas palabras.

Bah, Dumbledore y él eran amigos, lo entendería.

—Si su intención es crear lazos de amistad o lo que sea, creo que sería más conveniente que comenzara a emparejar a otros alumnos —añade, sin girar a verlo.

—Harry, mi muchacho. Creo que no estás viendo las cosas desde la perspectiva correcta. Yo no doy un paso sin fijarme a donde me llevará —el hombre sonríe, encontrándolo más divertido que irrespetuoso—. Además, no le estropearían a este viejo decrépito un poco de diversión, ¿o si?

—Por supuesto que no —Riddle responde de inmediato.

—De hecho si —Harry habla a la vez.

Esta vez si voltea a verlo, este ya le está observando, casi gritando que guarde silencio con su mirada.

Como si le importara.

Lo entendía, quería esa recomendación de su parte pero en verdad, dejo de ser gracioso y ha llegado al punto donde se pregunta si Riddle merece que le ayude.

—Bien, te dejare creer que ganaste esta. Están libres lo que queda del mes.

No pensó que funcionaria, pero no puede evitar la sonrisa que cruza su rostro cuando dice esas palabras.



No tener que convivir con Riddle es refrescante. Extrañaba eso. La indiferencia, la ignorancia.

Estar con él comenzaba a volverle loco.

Le producía una especie de ansiedad con la cual no estaba acostumbrado a lidiar. Pero ahora...

Es libre.

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