11.

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Las habitaciones se encuentran en la segunda planta de la casa, por lo que Harry es cuidadoso en no hacer ningún sonido mientras camina por el pasillo hacia las escaleras. Sus zapatos en mano y su mochila bien sujeta mientras baja hasta estar seguro de que no le escucharán.

Festejando internamente se pone sus zapatos y mete algunas frituras y botellas de agua a su mochila antes de caminar hacia la puerta.

—¿A donde vas?

Harry salta con una mano en el pecho y otra en su boca callando cualquier sonido—. ¿Desde hace cuanto estás ahí? —pregunta, mirando a Riddle sentado en el sofá.

—Antes de que bajaras —responde, levemente divertido por haberle sorprendido—. ¿A donde vas tan temprano?

—Creo que sería tan tarde —mira el reloj, solo para confirmar que son las dos de la madrugada. Cuando Riddle eleva una ceja, poco impresionado es que recuerda lo que está preguntando—. Iré a nadar, o andar en moto, o ambas.

—Está oscuro fuera, ¿no es peligroso?

—No realmente —lo piensa un momento—. Solo estamos nosotros aquí, y hasta donde se no hay animales cerca. Lo peor que me podría pasar es que caiga y no logre nadar, muera ahogado y mi cuerpo desaparezca por las olas. Pero ¿que tan probable es eso?

Riddle parpadea un par de veces, pareciendo el mismo considerar la posibilidad.

Harry le mira mientras tanto, apreciándolo tanto como puede ahora que hay poca luz que pueda delatarlo. Tiene puesta una pijama de algodón que su madre debe haber elegido, es de color azul pálido, el le recomendó ese color a su madre, creyó que luciría bien en Riddle, y no se equivocaba. También tiene el cabello despeinado, no desastroso como el suyo, sino un poco revuelto y no con la forma habitual.

No por primera vez piensa que es guapo. Pero esta vez es diferente, luce relajado, guapo de una forma que le arrebata el aliento y hace que su corazón lata rápido o su estómago se revuelva.

—Iré contigo.

—¿Que? —pregunta, su voz un tono más agudo que de costumbre. Intentando descifrar si se había perdido de algo.

—Iré contigo —repite, cambiando sus pantuflas por un par de zapatos.

—¿Por qué? —pregunta, está siendo genuino en su confusión.

Llevan apenas un día ahí pero es suficiente para darse cuenta de que Riddle tiene cierto respeto por el mar, no le gusta acercarse mucho. No entiende porque iría de noche, cuando no podrá tener a la vista una zona segura. No como de día por lo menos.

—No irás solo, te conozco, seguro harás algo imprudente. Si estoy ahí podríamos evitarlo de mejor manera —resopla, como si le pareciera estúpido que pregunte.

Harry le observa mientras comienza a caminar, una sonrisa sorprendida mientras le sigue, tomándole de la muñeca para detenerle.

—Te preocupas por mi —no es pregunta, es un descubrimiento.

—Claro que no —Riddle bufa, como si creyera que es estúpido.

Le habría creído en cualquier otro momento, días atrás, incluso esa misma mañana. Pero ahora no puede hacerlo. No cuando está dispuesto a ir detrás de él a un lugar que le provoca ansiedad para que no le pase nada.

Se preocupa por el, y ser consciente de eso hace que la revoltura en su estómago incremente.

—Bien, vamos —le concede. Porque a el tampoco le gustaría que Riddle sepa que se preocupa por el tanto como lo hace.

Es como si su madre admitiera en voz alta que él fue el que le pidió que le comprara ropa a Riddle para el viaje, o que sugirió los colores que pensó le quedarían bien.

No podría vivir con la vergüenza.

—¿No debería alumbrar el camino? —el mayor sugiere, sacando su varita. Pero Harry es más rápido, y ya ha comenzado a iluminar un par de metros frente a ellos.

—Tu sígueme —musita, ajustando su mochila y tomando la mano del mayor, tirando de él para avanzar.

Si Riddle se siente incómodo con su agarre no se da cuenta, entrelazando sus dedos para mayor comodidad mientras caminan en la oscuridad.

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