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Como hacerle entender a la razón de un menor que el daño es irremediable, que después de tantos sacrificios que has hecho, nunca es suficiente, ser el villano e favorece más, ser la buena solo te hunde eso lo descubrir, mientras él se pasea sin preocupaciones soy yo la que tengo que sostener el techo, los reclamos de mis hijos del porque deje que se fuera, del porque no hice nada por detenerlo.

Pero quien se preocupa por mí, del daño emocional, de mi seguridad de mis temores como mujer a lo desconocido, de todo aquello que me esperan, sé que descuide m forma, pero entregarme a la casa, atender, hacer todo, nunca es suficiente para alguien que no valora el amor incondicional de una mujer por atender lo que ella cree que hace bien, que después de todo es recompensada.

Di dos hijos, dos maravillosos seres que crie para ser buenos y educados, de hablarles del amor de padres, de confiar, pero las mentiras tienen patas cortas cuando ocultas la verdad, para no hablar, mal ahora miro a mis hijos y su mirada lo dice todo.

Exigen estar con él, me niego porque hacerlo no quiero perderlos, soy egoísta, pero la angustia, el vacío que tengo en el pecho se agranda cada vez más, me duele tanto.

No hay noche y dia que mis ojos no dejen de arder, de verme en el espejo y ver a una mujer patética que se aferra al amor que ella creyó que sería para toda la vida, de entregarme y que ahora sea despreciada por un cuerpo mejor, por una cara más joven porque ella tiene más cualidades.

Limpio mis lágrimas, me dijo basta, no más, pero ellas no dejan de salir y eso me hace sentir estúpida.

Mojo un poco mi rostro, no quiero que mis hijos me vean así, salgo y lo primero que veo es a mi hija con los brazos cruzados, me mira y se va molesta, sé que empezara a reprocharme, suspiro y bajo al ver la hora, me doy tiempo para llorar para sacar mi ansiedad, pero solo recibo ser juzgada por ellos.

Prendo la estufa para hacer un omelet, pero es mi hijo quien me detiene antes de preparar todo.

—Deja eso no tengo ganas, comeré afuera—la voz de Andrés aún sigue culpándome por todo. —Tampoco me esperes iré con mi padre a comer, quede con el.

Dejo el cucharon suspirando, empieza aplicármelo, pero Edmundo sigue sin decirles nada que ya vive con esa mujer, y no sé qué espera, porque toda la culpa está siendo para mí, como si yo fui la que cometió el error.

—Andrés sería bueno que comieras en casa.

—No quiero, tampoco puedes obligarme.

—¿Obligarte? Solo eres casi un adolecente Andrés, no puedes mandarte solo, debes decirme, y tu padre debe avisarme.

—A mi padre no lo menciones madre, tú tienes la culpa de todo.

—¡Yo!

—Si arruinaste nuestra familia, no está mi padre con nosotros, porque tú la arruinaste.

—¡Suficiente Andrés! Porque me culpas a mí, yo no obliga a tu padre a irse, porque me culpas de todo, todos lo hacen, pero nadie se pregunta como me siento yo, porque debo cargar con todo—exploto Regina después de todo era de humanos llegar a eso.

Su hijo solo hizo a un lado aquel vaso de leche y se puso de pie en la isla, no iba escuchar incluso empujo a Carmen que ella solo fue detrás de su hermano.

Para Regina fue suficiente, sus hijos no la quieren, la ven con odio, quieren irse con él, quiere vivir con él, y ser la familia con esa mujer, por más que lo intenta, no logra saber que hacer, no sabe si está a la deriva, necesita soltar todo, y si eso quieren sus hijos, es injusto dejarlos ir con él, es su padre, aun cuando no está cómoda.

Y si no quieren regresar con ella, y si son felices con él y ella, todos estos años que ha logrado una familia se a terminado.

Su arrebato hace tomar el teléfono esperando que esto sea la mejor decisión de su vida, aún no sabe que pasara, pero tampoco quiere que sus hijos sean infelices con ella, si quieren vivir con su padre, que así sea, que esa mujer que ha logrado meterse en su matrimonio sepa que no se quedara con él, que también sus hijos deben saber que ella fue la que se metió con él y que espera un hijo, que tendrán un hermano.

Edmundo esta haciendo tiempo, no sé qué espera o es que ella se alivie para decirles, esta vez no, debe ser dura con ellos.

El número de Edmundo suena y suena hasta el quinto tono contesta, le respondo irritado, y al parecer hasta hablar con ella le molesta, claro el amor salió por la ventana cuando unas piernas delgadas lo sedujeron, pero esta vez, ella hará un cambio radical en su vida, es mejor así, no para el sino para ella, recuperar estos años perdidos, estos años que se decido hacer madre, y dejo a un lado ser mujer.

—Ahora que Regina estoy ocupado.

—Andrés ira a comer contigo, dice que pasara por el después de la escuela—un suspiro se escucha de la otra línea.

—Sí, quedamos en comer, eso deberías saber.

—supongo que le dirás sobre Margot.

—Para eso me hablas, se cuándo le diré a mi hijo sobre mi relación con ella.

—Por favor, cuando Edmundo, tal vez cuando tenga un año, no seas cínico.

—Basta Regina ya hemos habla de esto, que es lo que quieres entrare a una junta—dijo el cuándo Margot esta aun lado de él, dándole beso en la mejilla.

—Esta vez no, quieres llevarlo a comer, no esperes, quiero que estés aquí en una hora, ahora mismo si es posible.

—No puedo.

—Claro que puedes, vendrás por él y tomaras su maleta, se quedara contigo, no tengo porque tolerar los desprecios de los niños, por tu culpa, creen que soy la mala de cuento, que yo fui la que causante todo esto, no señor, usted rompió el matrimonio y usted cargara con las consecuencias.

—¿Qué estas intentando decir?

—Lo que debí hacer desde la primera falta, desde que no tuviste las pelotas por meterlas en otra parte, de que fueras claro con los niños, no voy a cubrirte mas, me abandonaste, me dejaste con todo, pero sabes que no mas, pensare en mí, llámame egoísta, pero eres su padre, no es solo mi responsabilidad, vas a venir por ellos y se quedaron contigo una temporada—dijo ella con furia colgando.

Suspiro nerviosa, temblando, pero con una sonrisa en sus labios, sus hijos aparecieron con su mochila, y los vio.

—Se nos hará tarde.

—Claro que se les hará tarde, pero hay cambio de planes.

—De que hablas.

—De que hablo Carmen, de que se irán a vivir con su padre, eso querían no es así, bien entonces que así sea—no iba a decir más, solo avanzo alejándose de la cocina dejando a sus hijos mirándose sin saber qué hacer.

Ellos sonrieron, pero se llevarían la sorpresa de su vida, mientas Edmundo no sabía qué hacer, mirando a Margot y como esta negaba, no quería a los mocosos, pero lo único que hizo fue una sonrisa forzada.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora