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—Bueno después de la tormenta viene la calma, un dicho con mucho asertivo, me alegra que al fin ese hombre tome las cosas serias —comentó la esposa de Federico.

—Solo quiero paz, nada más, para mí y mis hijos, en este momento debo enfocarme en el trabajo que Efraín me está apoyando con él y bueno se cruzan las vacaciones largas, sé que los niños ahora deben regularizarse por los días que no pudieron asistir.

—La escúchela fue muy inclusiva, en apoyar, descuida estarán bien.

—Gracias, quieres que siga picando un poco más o con eso es suficiente.

—Creo que, con eso, si falta más queso que ellos lo piquen, nosotras solo observamos a los caballeros asar la carne y platicar de cómo lo hacen mal.

—Federico parece gustarle.

—Claro y lucir también, mi esposo es un buen abogado como también un buen anfitrión, este caso fue una migraña, pero sabíamos que eso pasaría, este tipo de casos se ven seguidos, y es curioso a veces es la mujer que exige más de lo que se le pide, como hombres que no quieren dar la pensión, en tu caso, al menos no tuvo opción que aceptar lo que el mismo juez dispuso.

—No tendrán los mismos lujos.

—Están contigo, y es importante Regina —comento la mujer tomando su mano —Estas bien, ahora vamos con esos hombres o van a quemar la casa.

Regina se quedó en la puerta corrediza, observando como Efraín soltaba una carcajada, le pareció muy gracioso, incluso había facetas que no pensaba que la tenía, siempre ha sido un hombre muy tosco para todo, pero tal vez esa sea su armadura.

Ha tenido poco acercamiento íntimo, no del termino sexual, si no que el mismo se ha prestado para contarle su vida, hasta donde el cree que es conveniente saber, tal vez piensa que le da un poco de vergüenza como fue creciendo o lo que hizo para sobrevivir, pero para ella es admirable que después de todo lo que paso, no termino con un vicio como mucho lo hacen incluso se prometió a si mismo que sería mejor que sus padres.

—Has pensado al menos un dia buscar a tu madre.

—¿Para qué? Esa señora fue más mujer que madre, no viene acaso, si no quería ser madre, no se para que se casó con mi padre o me tuvo, espero que la vida que eligió tenga todo lo que deseo.

—Has sido un buen hombre —dijo ella donde el casparreo un poco.

—Mejor hablemos de otra cosa, tengo muchas cosas que hacer que hablar de mi vida —dijo el, Regina solo sonrió al verlo tomar cualquier cosa de las herramientas para cambiar el tema.

Sin querer la mirada de Regina cruzo con la de Efraín mientras este bebía su cerveza, le guiño el ojo y ella solo desvió la mirada apenada por ser descubierta.

—Regina siéntate aquí —comento Matilde animosa después de tomar unas mimosas.

No podía negar que se sintió a gusto con grata compañía incuso se entregó a la carilla contra Efraín, y sus pasos prohibidos, el pobre estaba tan rojo que buscaba cualquier cosa para atacar a Federico, que eso no le sirvió de nada ante su esposa que lo defendía a capa y espada.

Regina se sintió complacida, mirándolo discutir divertidamente, bebió un poco, tenía mucho que no bebía, incluso de casada, para Edmundo una mujer que tomaba se le hacía un poco de nivel, el vino solo en festividades, incluso en cumpleaños. No es reuniones sin ningún fin.

Ahora que lo pensaba y que la realidad le abrió los ojos, los defectos empezaban a salir, nunca conoció al hombre con el que se casó, solo le vendió una imagen que el deseo que nomás viera.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora