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— ¿Qué haces? —preguntó Regina al verlo poner un poco de tocino a los huevos.

—El desayuno, que más hare—le contesto tostó pero sin ser grosero.

— ¡Eso es para un ejercido! —se acercó ella al ver el sartén hasta el tope. —Van a venir trabajadores.

— ¿Trabajadores? Porque vendrían.

—bueno por el desayuno.

—Nada de eso, es para nosotros—los ojos de Regina casi se le salen al ver el montón de huevo con tocino revuelto.

—Yo no puedo comer eso, además es mucho.

—No me salgas que esas adieta. —las mejillas de Regina se enrojecieron, él es muy confianzudo. —No lo necesitas.

— ¿Eso como lo tomo?

—Solo desayuna, mira me levante temprano, yo desayuno a esta hora, necesito mucha energía y quise ser amale, ayer me pase de la raya, después de que lo pensé, debí decirte que salieran y no quedarme ahí con una toalla.

—Vaya reflexionas, que bueno.

— ¿Eso es un sarcasmo? Sí que estas de mal humor, mejor sírvete y come conmigo, o vas a dejarme que me coma todo eso.

—Es solo que tiene mucha grasa, al menos colaste el aceite.

—Porque haría eso, le da sabor a los huevos. — casi de da algo, fue por un rollo de servilletas y puso un poco en el plato con ella limpiar el exceso de grasa.

Efraín solo negó y sirvió café a su gusto y uno para la quisquillosa de su inquilina temporal.

—Le vas a quitar el sabor, oye un hombre que haga desayunar esta en peligro de extinción y tú desprecias el manjar.

—Solo que es mucho aceite, no puedo comer eso.

—Esas dietas hacen daño.

—No estoy... No estoy adieta, pero admito que debo bajar un poco—en la recorrió con el ceño fruncido. — ¿Qué?

—Sí que estás loca, algunos nos gustan con curvas.

—Por favor.

—Dile Edmundo que no te meta esas ideas, siempre has estado un poquito llenita, tienes más curvas pero es porque eres madre, es natural.

—Pues...Gracias—comento ella de mal humor.

Si algo tenía en este momento era atormentarse por su físico, de ser talla media ahora era grande, y que él le diga tranquilamente que te vez bien porque eres madre es una ofensa.

En este momento su genetica era la peor, su hermana a pesar de tener a Carlitos sigue siendo delgada, y ella siempre debía cuidar de no subir.

—Oye, no lo tomes a mal, es solo que algunas embarnizan tranquila mejor desayunemos, no vas depreciarme, quiero que empecemos el día bien y quitarnos lo que paso ayer aunque no pasó nada del otro mundo, tu entraste a mi cuarto así que yo debería estar ofendió, por ser visto por ti—acuso con tranquilidad donde un sorbo al café—Como si no hubieras visto un hombre con toalla.

—Bueno no eres nada mío, como debería ponerme, y en mi defensa yo no sabía que estaba habitado esa habitación, creí que no te quedabas aquí.

—El lugar está alejado, los vecinos cercanos están a ocho kilómetros, tu hermana cuando dice que quiere privacidad, es porque quiere mucha privacidad. —sonrió algo que ella capto la insinuación, matara Tania.

Además no podía permitirse ese tipo de confianza hacia ella, no lo conoce mucho, aunque sabía quién era, dejo de verlo años, es diferente la hace pensar.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora