extra

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—Hola Efraín, ¿Cómo estás? —comento Tania, después de saber de él, durante meses.

—Bien, ya sabes, empezando mi negocio, quiero poner un invernadero—comento quitando los guantes del trabajo. —¿Qué te trae por aquí?

—Trabajo, quería saber si no estabas ocupado, necesito unas reparaciones con la casa de campo, veras quiero ampliarla un poco, mas.

—No lo sé—dijo el rascando la cabeza.

—Aun así, dije porque no intentarlo.

—¿Te urge mucho?

—Bueno algo así, creo que sí.

—Déjame ver, igual déjame las llaves y te regreso la llamada.

EFRAIN

Como la vida te cambia en un segundo todo, Tania había venido a mí para arreglarle su hermosa casa, que apoye con Juan Carlos en construirla, lo que nunca imagen que ese lugar la encontraría a ella.

Su mirada triste, fue lo que me llamo su atención, la había visto en la boda de Tania, sentada en esa mesa, como si deseara terminar con todo esto, como si no encajara en el lugar.

A un si estaba con aquel hombre, que no soltaba el teléfono, soy hombre y se cuándo se anda de perro, yo por mi parte disfrute la fiesta, pero inconscientemente la miraba, incluso Tania me dio un codazo, que tanto estaba mirando dándose cuenta, e indicándome que ella es su hermana.

Intente continuar además estaba de cita con una de mis amigas, llevamos tiempo saliendo nada formal, no era de esos hombres que buscan algo estable y ella sabía que solo era tener sexo nada más.

Y como si el destino llamara, ahí estaba ella en la cama que había dormido por días cuando tome el trabajo de Tania, que incluso no le acepte el dinero, me había quedo con la mejor paga.

Admito que no empezamos bien, pero que apoco a poco nos hicimos amigos, podría decir que no la miraba como algo más, ella estaba casada, pero eso no evitaba mirarle el trasero cuando podía, incluso cuando se hacía una coleta, esos pechos remarcándose en su blusa.

Lo demás se fue dando, compartir nuestras largas charlas con un café mientras la anochecer llega.

Y de pronto me fui convirtiendo en parte de su vida, su familia, cuando los niños llegaron y descubrir el motivo de su tristeza, me dio algo de coraje, que no pude evitar. No dude en darle mi apoyo e ir por ellos.

Pero ahora puedo decir que estoy con la mejor mujer, y que sin saber me había enamorado de ella, que cada dia buscaba una sonrisa de ella, o motivos para hacerla enojar divirtiéndome un poco.

Claro Andrés tuvo mucho que ver, cuando marco su territorio. Y porque no acepte el trato que él quería alguien que quisiera a su madre.

Regina ahora es mi esposa, la madre de mis hijos, no podía pedir más, que hacerla feliz como ella lo hizo y lo sigue haciendo.

Porque sin querer había elegido a la mujer que compartiría el resto de mi vida, y Regina era y es esa mujer que cualquier hombre desearía tener y yo fui afortunado en estar a su lado.

—Los niños ya se durmieron—la escucho decir detrás de mí. —Al fin.

—Ven necesitas descansar siento mucho darte esa carga.

—Descuida amo a mis hijos, al menos Martin no despertara en horas.

—Ese demonio salió canijo, pensé que Efran lo seria, pero nada que ver mi hijo, Elizabeth es un dolor de cabeza.

—Que terminas cediendo y haces lo que ella te pide, te tiene bien manipulado—niego mi hija puede hacer lo que le dé la gana, bueno tampoco. —No hagas esos ojos, Andrés quiere invitar a una compañera de la escuela al cine.

—Déjalo, confía en el tu hijo, todos fuimos jóvenes, además puedes decirle que está bien que si quieres lo llevas y que avise a qué horas pasas por él, es así como te ganas la confianza, te encelas porque me cuenta todo a mí.

—Ya lo sabias, mejor no dijo nada. —me encanta como se enoja.

—Y si te lleno de besos—intento convencerla—Muchos besos amor, ven déjame darte besos.

—Sé por dónde vas, esas manos Efraín.

—Mujer ya me operé, no te voy embarazara, que desconfiada eres.

Tuve que hacerlo, además ella llevo a mis hijos, todavía la dejo operarse, porque no hacerlo yo, pero la desconfiada dice que aún no es seguro, y yo me acostumbre sin el gorrito esos meses que estuvo cargando a mis hijos.

—No lo soy, pero te conozco, sé que terminare despeinada y con dolor de cuerpo.

—Y no te gusta el sexo salvaje, pero bien que gritas mi nombre.

—Tonto.

—Ven voy hacerte el amor, para que pido permiso si eres mi esposa—la tomo de la cintura, la giro y la dejo caer en la cama.

—Efraín—me gusta verla sonrojar, y que esa mirada sea solo para mí, nada más para mí.

—Ese es mi nombre amor, el único que esos labios dirán hasta que la vida nos deje.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora