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 Dos semanas después

Habían sido días complicados para Regina, había recibido llamadas incontables de Edmundo con diferentes números, incluso algunos de sus conocidos reprochando la actitud de ella, sobre lo que le hizo a la madre de Edmundo.

Ella no podía creer que se había inventado, mucho menos la toco, solo fue por sus hijos y lo demás no el importo. Pero que ella inventara que al agradeció, era el colmo.

Incluso la demanda que presento no proceso ante los cambios de declaración que la mujer hizo, y Efraín estaba un paso adelante, cuando llegaron aquel dia, hablo con su amigo y le comento y este solo respondió que pedirá acusarla de agresión.

Ahora se encontraba pidiendo una bolsa de clavos y un poco de material para una pared.

Miro al hijo de Regina que se había colado con él, ante el aburrimiento de no saber que hacer.

No iba a dejarlo como niño de mama, había cosas que hacer en casa, y lo que le faltaba al pequeño era motivación, todo indicaba que su padre no tenía tiempo para ellos.

—Hola Efraín tenía tiempo sin verte—dijo la joven rubia inclinándose en el vitral mostrando un poco más de sus pechos. —Te pierdes mucho, no lo crees.

—Bueno tenía mucho que no venía, pero tú también—sonrió el como toda galán. —Vine hace unos días y no estabas preciosa.

Andrés se quedó en el auto observando, se enfadó del videojuego que Efraín le presto, y era tiempo de salir moría de sed.

Se bajó del auto y entro a la tienda buscando al hombre y lo miro con aquella mujer rubia el frenillo del chico se arrojó más, escondiéndose en uno de los pasillos mirando como el amigo de su mama habla y hablaba.

—A ver cuando me invitas a salir de nuevo—dijo ella toqueteándolo. —Tienes mucho que no me invitas algo, ya sabes unas copas

—Bueno dame chanza y...

—Ya nos podemos ir—dijo Andrés con las manillas en el bolsillo. —Estoy aburrido.

La rubia se acomodó mirando Efraín y luego al pequeño, le dio una sonrisa amable.

—Oh, es tu sobrino que apuesto —dijo la rubia, algo que Andrés no le agrado. —No sabía que eras un tío muy apuesto.

—Este Cla...

—No es mi papa—dijo el joven donde Efraín casi se le salen los ojos. —Y me dejo esperando el auto, mama nos va regañar que llegamos tarde padre.

Efraín e atraganto, como se le ocurre decir que es su hijo, lo miro con esa mirada que se le salían los ojos, pero Andrés solo sonrió.

—¿Tu hijo? —pregunto la rubia. —Vaya eso no lo pensé, creí que ... Bueno eres padre.

—Creo que hay un... Andrés.

—As que se llama Andrés, que lindo nombre caballero.

—Sí, mama dejo a mi padre, porque él quería estar soltero—dijo eso cambiando el rostro de la rubia, que lo miro con horror—Luego papa nos fue a buscar que ahora quería que viviéramos con él.

—Enserio—la mujer no daba crédito.

—Y ahora estamos con el de nuevo, mi padre prometió comprarme helado para que mi madre hiciera un postre. —Efraín se puso de muchos colores, de donde sacaba tanta imaginación—Pero a papa de le da pena hablar de ello, no quiero que se avergüence de mí, mi hermana lo quiere mucho.

—Claro que no, tu padre no lo hará, así que tienes una hermana.

—Sera mejor irnos Andrés, ahora.

—Ya veo, bueno que bien que estés con tu papa—la rubia se molestó porque pensó que Efraín no era de esos hombres que abandona, el ya tiene una familia, y un mentiroso—Efraín son veintitrés dólares, y gracias por tu compra.

Efraín miro a la rubia que ahora lo trataba con indiferencia, ahora le daría un porrazo a ese chiquillo mentiroso, en pocas palabras le estaba espantando una salida con esa rubia de buena teta.

Andrés le sonrió a la rubia incluso descaradamente el pequeño se despidió donde la rubia le devolvió la sonrisa.

Se subió a la camioneta del cual Efraín hizo los mismo. Arranco y no dijo nada en silencio hasta mitad del camino

—A ver pequeño Andrés, como esta eso que eres mi hijo, vaya hasta yo me quede sorprendido.

—Lo siento, es solo que estabas tardando—se justificó el chico.

—No hables enserio.

—No me crees—Efraín lo miro, no iba a discutir con un chiquillo, pero si lo disloco por completo.

Andrés miro el camino, pero por dentro se rio de su travesura, había escuchado a su madre discutir con su papa, mientras ella decía que no podía quitarles a sus hijos.

Tomo del otro lado el teléfono en uno de los cuartos, escuchando la plática, su padre le reclamaba a su madre mientras ella se defendía de que le fue infiel con esa mujer.

Para Andrés sintió enojo como su padre le hablaba a su madre, fue tonto que deseo irse con su papa a vivir.

Pero lo que vio con esa mujer no le pareció, dejo a su mama por ella y tendrá un hijo con ella, los dejará.

Escucho como su padre amenazo que nunca tendrán sus hijos un padrastro y que el mismo se encargara.

—Mira, no estoy enojado solo me sorprendió que digieras eso.

—Porque ella es tu novia.

—No es mi novia.

—Entonces no te vas enojar porque dije eso.

—Ya te dije que no—dijo el algo desesperado.

—Pero querías salir con ella.

—Andrés, porque no cambiamos de tema.

—Y porque no sales con mama, papa esta con otra mujer y tendrá un hijo, puedes salir con mama, de todos modos, papa dijo que no va dejar que ella tenga un novio.

—¿Eso dijo tu papa? Espera, porque dices eso.

—Escuche a mis padres discutir—encogió sus hombros.

Efraín se rasco la frente y volvió a poner la mano en el volante, ese niño había escuchado algo que no debió.

—Bien llegamos—dijo Efraín estacionándose.

—Efraín no quise decir eso, lo siento—dijo André abriéndola puerta.

—Tranquilo, no vamos a decir nada, bien me pondré a trabajar el closet del cuarto principal le dices a tu madre—el chico asintió saliendo de ahí.

Él se quedó observando ese chiquillo era un diablillo, como se le ocurría decir eso, conocía esa rubia y no dudaba que se iba a quedar callada soltando el chisme en el pueblo.

—Adiós conquistas Efraín, adiós conquistas. —se dijo a sí mismo.

Se bajó de la camioneta, cargando el material, miro a Regina salir con un vaso de agua y esa sonrisa, si supiera la clase de chiquillo que tiene no se lo creería. Ella llegó hasta el dando un sorbo al agua.

—Como te fue con Andrés, espero que no te causara problemas.

—Para nada, que buen muchacho tienes.

—Me dijo que se la paso bien, y espera salir de nuevo contigo.

—Eso dijo, vaya que agradable ese Andresito, todo un caso tu hijo. —ella frunció el ceño—Mejor dame agua muero de sed—dijo el quitándole el vaso.

—¡Oye! —pero sonido como el bebía de golpe todo—prepare la comida.

Efraín solo asintió, en que broncas se metía, pensó al verla alejarse de su vista.

—Hasta padre resulta ahora, no pues que maravilla —dijo moviendo la cabeza ambos lados.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora