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—¿Pasa algo? Te has puesto pálida, le paso algo a Tania, no dejas de temblar.

—Eso solo que...Olvídalo, debo recoger mis cosas.

Efraín la miro nerviosa hasta temblar, la sigo como estaba aturdida, todo indicaba que había problemas en la ciudad, algo debió decirle Tania para ponerla de esa manera.

Sabía que era algo imprudente, pero se metió hasta la habitación como ella metía la ropa con desesperación, incluso maldigo que nada le salía bien, se limpió las lágrimas, tanto que termino golpeando la maleta con fuerza.

El no pudo soportar verla de esa manera, así que la tomo de atrás e intento tranquilizarla, pero ella en ese momento no escucha, no comprende, solo quiere irse, volar desparecer para llegar por sus hijos.

—Tranquila, tranquila, en verdad debes estar tranquila, así no vas a pensar bien las cosas, sea lo que sea que te haya dicho Tania, debes tranquilizarte así las cosas saldrán bien.

—Como...Como puedes decime eso si lo único que quiero hacer es regresar e ir por mis hijos, esa mujer nunca le he agrado, solo quiere fastidiarme.

—Vaya esa suegra debe ser una loquilla molesta—intento apaciguar las cosas.

—Me odia, jamás he sido de su agrado, siempre echándome en cara que no soy digan de su hijo, desde que fui su novia, más bien desde que puse un pie en casa, empezó a decirme, de que familia, que si esto que si lo otro, incluso, por no ser una rubia.

—Bueno no a todo mundo le puedes caer bien—espero sin dejarla de abrazar. —Pero para que te quite a tus hijos, sí que se volvió loca, además tu marido crees que la va dejar, ustedes...

—Edmundo me engaño—confeso ella—No fue hace meses, todo parece que fue siempre con ella, nunca entendí porque me hizo eso o porque se casó conmigo, si al final termino con la mujer que su madre quería para él. —las lágrimas de Regina no paraba.

Efraín suspiro, no era de esos hombres que sabe con palabras consolar, mucho menos que hacer en este momento, creyendo que ella estaba bien con su esposo, y que al final se dio unos días para ella misma.

Todo este tiempo estaba llegando su duelo.

—Mira nada está perdido, si esa mujer dice que te va quitar los niños, no puede, ella solo será la abuela, nunca podrá sustituir a la madre, y donde queda tu ...Bueno el padre de ellos.

—Se los dejo, como puede hacer eso, claro le molesta que estén con su ahora mujer, que le puede hacer daño al bebe, dios como pudo hacerlo, yo no lo haría.

—Entiendo, quieres decir que ellos se quedan con el—ella negó.

—Es complicado, siempre es la mujer la que se los queda, solo sería unos días, para mí, para pensar que hare con mi vida, pero creo que lo uso a su favor.

—Entonces dímelo, mientras te ayudo con esta maleta que esta algo rebelde, lo siento solo quiero que no te sientas así.

Regina fue guiada hasta la orilla de la cama, en ningún momento soltó su mano, mientras ella no paraba de llorar, vergüenza y pena incluso impotencia de preguntarse porque lastimar alguien que te ha dado todo, ante los ojos de Efraín miraba a una mujer con un gran resentimiento.

Pero también sabía que esto la haría una mujer que no iba a dejarse de nadie, que defendería y sacaría las garras, eso era de admirarse.

Pero era bueno que ella sacara todo esto, tampoco le pareció la acción que hizo el estimado de Edmundo, como dejarle los hijos a su madre para no afectar su nueva relación, un padre es un padre sin importar lo que tu otra pareja diga, siempre deben ser tus hijos primero.

ABANDONADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora