Capitulo 3; D

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Desperté con un dolor punzante en la cabeza, como si un martillo golpeara mi cráneo desde dentro. Mis ojos tardaron en ajustarse a la oscuridad que me rodeaba, un manto espeso y total que parecía devorar cualquier atisbo de luz. Intenté incorporarme, pero una ola de náuseas me asaltó, obligándome a detenerme y cerrar los ojos con fuerza hasta que el mundo dejó de girar.

Con cada latido, mi mente intentaba encajar las piezas de cómo había llegado a ese lugar, pero los recuerdos eran borrosos, fragmentados, casi inaccesibles. Traté de calmarme, de respirar lento y profundo para que el pánico no se apoderara de mí. Sabía que tenía que evaluar la situación, pero mi cerebro se negaba a cooperar, trabado por el dolor y la confusión.

Instintivamente, mi mano se deslizó hacia mi muslo, buscando el arma. Sin embargo, mis dedos solo encontraron la tela de la liga; el arma no estaba. Un escalofrío recorrió mi espalda. Muerda, recordé.

Empecé a palpar a mi alrededor, buscando algo, cualquier cosa que pudiera usar para defenderme o iluminar mi entorno. Pero todo lo que mis manos encontraron fue un suelo frío y desnudo, y paredes igual de gélidas. No había nada. Estaba solo, desarmado y vulnerable en la oscuridad.

Intenté ponerme de pie, apoyándome en las paredes que me rodeaban para estabilizarme. Pero cuando intente andar me di cuenta de que mi muñeca estaba atada a la pared.

-¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! -la puerta se abrió en cuestión de segundos, un hombre con una máscara se me apareció delante -

-Llamad a el jefe, ya ha levantado. -volvió a cerrar la puerta dejándome en completa oscuridad de nuevo, aunque no por mucho tiempo -

-Ya pensé que estabas muerta -dijo Jayden a el abrir la puerta. - Buenos días. ¿Cuanto crees que tu padre dará por ti? -me reí negando con la cabeza -

-Nada -dije - ¿Crees que estaba ahí por que quería hacerlo? -pregunte sin mirarlo. Algo que me había enseñado mi padre era a no temer nada más que a él - No daría ni un céntimo.

-Entonces no nos sirves de mucho. -negué con la cabeza - Dire a alguien que te mate.

-No, espera, por favor. Os puedo decir lo que se. -se dio la vuelta con los brazos cruzados - tiene una empresa bajo tierra, exactamente debajo de la empresa de dulces y además guarda el dinero en una caja fuerte del armario de casa, no se la combinación solo se que empieza por 2 y acaba por 6.

-¿Donde vives?

-En la 84 de Was, a el lado de un parque. -frunció el ceño- me importa una mierda lo que hagáis con el, podéis matarle y decirle que es de mi parte me da igual, solo quiero salir de aquí, por favor.

-Mandad un furgón a esa dirección aseguraos de que es verdad. Lara encárgate de la caja fuerte y tú vigila que no se escape. Si la información es falsa -me miró - un solo dispara y tu cabeza vuela por los aires ¿lo has entendido? -asentí - vamos. Venga.

Salieron y cerraron la puerta dejándome otra vez en esa consumida oscuridad, recordando cada uno de los momentos más fríos del pasado.

"-Papá por favor no, no quiero.

-Necesito dinero. Me han pagado 300 euros solo por media hora ¿sabes lo que es eso? No tienes ni idea por que te he estado pagando toda la vida yo todo, así que ahora vístete y vete con ese hombre o te llevo yo de los pelos ¿Lo has entendido? -asentí con la cabeza -

Camine hasta llegar a el coche donde el hombre esperaba. Espere hasta llegar a su casa y cuando llegamos como con cualquier otro hombre lo mate y lo queme junto a el coche. "

Ese era el amor que mostraba mi padre por mi, la avaricia le consumía por completo, y aún así, casi a el terminar la frase del té quiero, sonaba un disparo en nuestra vida. Y todo volvía a empezar como una pesadilla. Y como un hombre a el que ya no podía considerar padre.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora