XIV

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Jane—

La luz tenue causaba en ella cierta incomodidad de la que no comprendía, sonrió al ver dos ultimas antorchas al final del pasillo, creyendo que su camino por fin terminaría.

Pensar en aquello fue un error.

No tardó en notar el camino oscuro que seguía en adelante por lo que tomó la antorcha más cercana para después dar unos cuantos pasos hacia la oscuridad. Giró para volver a la luz, encontrando el pasillo de antes en completa oscuridad, comenzando a crearle cierta molestia.

—¿Qué buscas, pequeña? —una voz muy conocida consiguió traer cierta paz en ella— ¿Acaso le temes a algo?

Jane se apresuró en negar, adoptando una mejor postura y demostrando su escepticismo ante la situación.

—¿Qué hace aquí, maestro? —Aro sonrió ante la pregunta— Lamento informarle que no existe una salida.

—Existe y es tan perfecta como tú, mi querida Jane.

Jane abrió los ojos de par en par ante la noticia, había perdido la cuenta del tiempo en que se mantuvo en este lugar y lo que más deseaba era salir de aquí para... Proteger a sus maestros.

—Entonces... ¿Me seguirás?

Una puerta vieja apareció detrás del pelinegro que extendía su mano esperando que esta la tomase, Jane no contuvo la emoción al ver lo que creía ser la salida por lo que no dudó en tomar la mano de su maestro y seguirlo hasta la puerta que se mantenía cerrada.

—Jane...

El llamado causó la total atención de la vampiro, desconcertando un poco a su maestro que aún no soltaba su mano.

—Jane...

Y ahí estaba ella, la misma luz que le había ayudado a recorrer todo este lugar brindándole comida y protección de los muchos peligros con los que se había encontrado para llegar a esos pasillos.

—Fascinante...

De un solo movimiento, Jane soltó la mano del hombre para después acercarse a la puerta de madera. Estaba ahí... Después de tanto tiempo buscando... La salida se encontraba frente a ella.

Pero había algo que le hacía dudar, y eso era aquella mujer.

Ella no vendría si no fuese un peligro que Jane tendría que superar, o almenos eso deseaba creer.

—No encontrarás otra salida —murmuró el hombre al ver como la pelirrubia se alejaba—, querida Jane... ¿Acaso dejarás a tu maestro solo?

Era verdad, su maestro... El vampiro que la había salvado de un trágico final y protegido en todo momento, incluyendo a su hermano.

¿Lo dejaría?

Un suave toque logró sacarla de sus pensamientos y al notar su mano entrelazada con la de la contraría no pudo evitar sorprenderse, por primera vez había logrado tocar a la entidad.

Era como el fuego, tan cálido y peligroso, tan familiar que le resultaba intrigante y a la vez emocionante, como la vida misma... Vida que deseaba tener para justificar su vulnerabilidad ante la aquella mujer que se había apoderado de sus pensamientos.

Sonrió levemente al ver su piel blanca brillar como si de diamantes se tratase, algo común en los de su especie, era algo que odiaba sin saber lo hermoso que podía ser.

Lo hermosa que ella podía ser aún convertida en un monstruo...

—Mi Jane...

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"Trust me"- |Jane Vulturi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora