NARECerré el café y lo ví apoyarse en su auto y en medio de la lluvia, mientras que yo me escondía en el paraguas.
—¿Te llevo a casa?.—preguntó.
Me lo pensé un buen rato y luego sacudí la cabeza en afirmación.
—Me llamo Jonathan, bueno la gente de mi círculo suele llamarme nath.—sonrió.—¿Y tú cómo te llamas?.
—Yo me llamo nare, un placer.—sonreí tímida.
—Nunca había escuchado ese nombre.
—Mi madre fué quien me lo puso.—afirmé.
—Tu madre tiene suerte de tenerte, y un nombre precioso por cierto.
—Gracias.
No supe cómo reaccionar a su comentario, así que simplemente le regalé una sonrisa. Normalmente no suelo hablar con desconocidos pero con él todo es... diferente.
—vamos, no seas tímida.—sonrió juguetón.
Me tomó de la mano y me estiró con fuerza hacia él, debido a ese movimiento repentino el paraguas cayó al suelo. Y no tuve oportunidad de evitarlo.
—¡No Nath, odio la lluvia!.—grité.
—No te hará daño mojarte un poco.
Sus manos bajaron a mi cintura y me condujo hacia él y nos miramos a los ojos.
—La lluvia ahora es testigo.—me miró fijamente a lo ojos. Y cuando intentó besarme miré en otro lado y acabó besándome en la mejilla.
—No me confundas con otras.—fruncí el ceño.
Retiré sus manos de mi cintura disgustada por ese movimiento y me acerqué a su auto.
—¿Vas a abrir el auto o que?.—alcé una ceja.
—Me encanta ésta chica.—sonrió y se acercó a mí.
Le envíe la ubicación en dónde vivía y durante el camino hubo un silencio no incómodo pero agradable, así que simplemente me limité a mirar por la ventana.
—Gracias por traerme.—dije abriendo la puerta de su auto.
—¡Espera!—abrió apresuradamente la puerta para salir de él y se acercó a mí.
—P-Pero qué haces ?.—tartamudeé.
—Ayudarte a descender del auto.—me tomó de la mano y me ayudó a salir del auto con cuidado.
—Un placer haberte conocido, pero creo que nos veremos mucho por aquí vecinita.
-—Espera, ¡Qué!.—abrí los ojos como platos.
—Vivo al lado.
Me quedé sin palabras porque su casa es en realidad una gran mansión que estuvo vacía hace un par de años, aunque los vecinos anteriores no eran tan agradables y su hijo era un gran idiota. Al parecer sus padres deben de ser muy poderosos, en comparación con él, mi casa es un chalet.
—Bueno, hasta luego.—metió sus manos en los bolsillos delanteros de su jean.
Asentí y entré a casa, papá no estaba pero Dani sí, había invitado a un par de amigos y estaban celebrando una fiesta de pijama, el cual me pareció algo raro debido a sus condiciones.
—No os acostéis muy tarde.—dije aplicando el lenguaje de signos. Se siente bien ser la hermana mayor, porque los hermanos pequeños te obedecen al pie de la letra.
—vale.—respondió Dani de igual modo.
Llegué a la segunda planta y me encerré en mi habitación, me acerqué a la ventana para poder desenvolver las cortinas pero ví a Nath desde el otro lado, y en su balcón medio desnudo mostrando un cuerpo bien marcado y definido. Se estaba secando el cabello con la toalla, fué entonces cuando miró en dirección a mi ventana por lo que desenvolví rápidamente las cortinas y me alejé de la ventana, estaba bastante sonrojada y nerviosa, los latidos de mi corazón resonaban por toda la habitación.Y pensé que él tal vez lo habría notado, me tranquilicé un poco y me tumbé sobre mi cama. Pero no podía parar de pensar en su cuerpo medio desnudo.
JONATHAN
—Amber, mis padres ya llegaron.— pregunté estando de espaldas.
—No Nath, sus padres llegarán dentro de una semana, al igual que sus hermanos.
—Bien, gracias.
—Si me necesitas, estaré en mi habitación.
Amber salió de mi habitación dejándome completamente solo con mis pensamientos, me quité el albornoz, lo arrojé en la cama y me quedé en bóxers. Fuí al baño por una toalla para secar mi cabello que se mojó debido a la lluvia, salí al balcón para tomar un poco el aire y por casualidad miré en dirección a la ventana de su habitación y la ví acomodando las cortinas apresuradamente, y eso me hizo sonreír. Entré minutos después y me puse el albornoz para ir directamente a la cocina y me encontré con Amber rebuscando entre la nevera.
—Pensé que a éstas alturas ya estarías dormida.—crucé mis brazos.
—Para nada, es que me muero de hambre, desde que llegamos a los Ángeles, no he probado bocado.—hizo un puchero.
—Pónte cómoda, te prepararé uno de mis sandwiches de noche.—me acerqué a la nevera y la abrí para sacar las cosas.
—suena bien, jamás pensé que sabías hacer cosas iguales.—sonrió poniendo sus codos en la encimera de la isla.
—Venga ya, me subestimas mucho Amber.—hice un puchero.—Y pensar que nos conocemos desde hace dos años.
—Bueno, no diré nada más, pero ahora soy la jueza, y voy a ver que tan bueno es tu sandwich.
—Ya veremos eso.—la reté con la mirada.
Terminé de preparar los sandwiches y los puse sobre la isla para luego ocupar un espacio junto a ella.
—Tiene una pinta deliciosa.—sus ojos brillaron.
—Se nota que tienes hambre, eh.—reí.
—Claro, como me tienes mal cuidada.—bromeó.
—¿Yo?, Pero si eres toda una sultana.
—No quiero robarle el título a tu madre.—me dió un golpe amistoso y leve en el hombro.
—Come y dame la razón de mi maravillosa creación.—sonreí.
—Tranquilo muchachote, que enseguida voy.
Cogió el sándwich de su plato y probó un bocado.
—Qué delicia.—gimió.—Lo admito, está muy rico, pero falta algo.
—¿Qué?.—la miré confundido.
—Un jugo de naranja.—Sonrió. Para luego levantarse y quitar un jugo de naranja de la nevera, quité dos vasos en el armario para que ella pudiera vertir el jugo en los vasos.
—Tenías razón.
—Verdad que sí.—sonrió satisfecha.
Terminamos de comer y fregamos los platos.
—Lo he pasado bien ésta noche.—dijo Amber.
—Yo igual, pero todo se acabara en cuanto vengan los ogros.—bromeé.
—La sra Johnson te habría matado si hubiera escuchado eso.—se ríe a carcajadas.
—Ya estoy bastante grande para que me vengan con castigos.
—Bueno... hasta mañana.
—Hasta mañana.—asentí.
Entré a mi cuarto, me puse el pijama y me tumbé en la enorme cama. Y no pude evitar pensar en la vecina, cosa que me hizo sonreír.
—Nare, eh.
Espero que les haya gustado, no olviden votar por la historia y seguirme.
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Nuestra Historia (1)
Teen FictionLibro uno de la trilogía | Distancia. Nare Jones es incapaz de enamorarse de su nuevo vecino Jonathan Johnson un guapo y apuesto modelo, perteneciente a una de las familias más ricas de todo los ángeles, que vendrá para poner su vida patas arriba. N...