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Había pasado una semana desde la fiesta.

Con Roier he hablado por mensaje todos los días. Siempre me pregunta como estoy.
En cambio Spreen no hablamos hasta hoy, estaba molesto con él, demasiado. Pero ahora me encuentro sentado a su lado.

Odio estar en la cafetería, sin embargo quiero aprovechar que Spreen ya no esta enojado.

Roier me ha estado ayudando a cambiar mi imagen, hoy iremos a compar ropa para mi.

—Hola, ¿Cómo están? —dijo Roier. No espere que llegará a la misma mesa que nosotros.

Spreen lo miro y rodo los ojos.— ¿Qué quieres? —bufo con desprecio Spreen.

—Nada contigo, yo solo vengo a hablar con Quackity —se volvio conmigo. Se sentó en frente mío.— ¿Cómo ha estado tú día?

—Bien —le sonreí— ¿Y el tuyo?

—Creo que bien —solo una risita— Acompañame, hoy tengo que entrenar a los chicos nuevos —suspiro cansado— Si vas te voy amar más.

—Claro, no tengo mucho de que hacer —tome un nugget para después comerlo.

Estoy contento de que este Roier, ya me estaba aburriendo.
Pude ver de reojo a Spreen, en ocasiones nos veía.

Lo bueno de Roier es que puedo hablar con él y perido mi noción del tiempo.
Ya cuando acoradamos el timbre había sonado. —Ah, ¡Que mal! —chillo como si fuese un niño pequeño—Nos vemos en las canchas.

Tome mi jugo y segui a Spreen que iba muy rápido.

—¡Ey!, ¡Spreen! —exclamé, pero no funciono— Sigue siendo un grosero —susurre.

—Pensé que ya te habías ido —senti una mano toco mi hombro, rápidamente me gire— No quería acompañarte por Spreen, pero vio que él no espero.

—Lo mismo pensaba —se notaba mi rostro de fastidio.

—Quackity, ya no te molestes —sonrío calidamente—Yo te acompaño.

—Si, estos días no quiero estar solo.

La otra semana no quería estar a lado de nadie, sin embargo esta nueva semana quiero que me acompañen.

Roier me acompañaba, mientras contaba cosas de su vida.

—Sabias... Yo diseñe las chaquetas del equipo —se paro y señalo la chaqueta que tenía, obviamente del equipo— ¿Te gusta?

—Si, esta muy linda —asendi— Me gusta sus colores.
Es un color crema con sus detalles color rojo.

—Verdad, sabia que era buena elección —me modelo su chaqueta— Te puedo mandar hacer una.

—¿Lo dices en serio? —abri mis ojos.

—Si, si. Tan solo dime que número quieres —se empezo a quitar su chaqueta.

—Que tal... ¿El 22? —lo mire esperando su respuesta como un [Si].

Senti un calor a mis hombros, pues Roier me había puesto su chaqueta.—Por ahora ten la mía.

Llegamos a mi salón. Nos despedimos y entre con una leve sonrisa.

—¿Sigues aferrado a él? —antes de sentarme en mi lugar, menciono Spreen.

—Ya hablamos de eso —lo mire con fastidio— A ti no te debe importar, yo no me metio con Tina.

—Es diferente —murmuro.

—No lo es —respondí.

Después de eso empezó la clase.
Me acomode la chaqueta de Roier, me quedaba medio grande.

𝐌𝐈 𝐐𝐔𝐄𝐑𝐈𝐃𝐎 𝐍𝐄𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora