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Desde ayer a la noche no se nada de Valentin, todo lo que se me fui enterando sola. No fue capaz de hablarme, pero supongo que yo tambien necesitaba este tiempo para pensar.

Todavía estoy sola, en mi cama, no para de llover y la noche no se calma. Todo me parece tan amenazante. Hay silencio, y cada vez parece carcomerme más, lo único que lo rompe es el ruido de las gotas en el techo. Nunca me había dado cuenta, pero mi habitación parece tan vacía cuando no encuentro el peso de su cuerpo entre mis sabanas y lo unico que la rellena es la luz de ese faro en la calle.

Automáticamente dejé de pensar cuando vi como se iluminaba la pantalla de mi celular, que me mostraba una notificación y escuchando el ringtone que había elegido meses atrás para cuando Valentin me llamaba. Ahí apareció su nombre y una diminuta foto que usaba como perfil en mis contactos. Estaba totalmente cansada, y sabía que me iba a costar hablarle, pero lo extrañaba. Extrañaba la vibración de su voz cuando se reía, el brillo que sus ojos nada mas reflejaban cuando me miraban a mi, lo extrañaba a el. De todas maneras  no contesté, no quise. Hasta que dejo un mensaje que tuve la necesidad de escuchar.

//Mensaje de voz//

-Lou, hola- escuché que murmuró suspirando de una manera pesada, como si todo dependiera de que yo atienda esa llamada. Hizo un silencio largo antes de volver a hablar.- Escuchame, ya se que no estuve bien, te quise hablar y no encontré la manera de contactarte. Entiendo que estés enojada, pero necesito hablar con vos, traje un vino y, si no me queres matar, estoy abajo de tu casa, no necesito que me abras pero nada más quería que sepas que estoy acá, te quiero, perdóname por molestarte una vez más.

//Fin del mensaje//

Quise llorar apenas lo escuche nombrarme, me inundó esa sensación de ahogo una vez más, como cuando tenes la voz entrecortada y el aire nunca es suficiente para terminar de aliviarte. Estaba en la puerta de mi casa a las 02:00 de la mañana pidiéndome que lo escuche, no podía parar de respirar agitadamente, pero baje las escaleras y abrí la puerta para verlo ahí, otra vez, como cuando saliamos a la noche a dar esas caminatas largas solo nosotros dos, hablando por lo bajo, buscando calor en el otro porque las noches parecían cambiar de estación. Pero esta vez era diferente, el estaba sentado en mi puerta y al segundo de verle su cara note que sus ojos estaban hinchados de llorar, y sus labios rotos por las típicas mordidas nerviosas que solía darles cuando se angustiaba; se levantó del frío piso y me abrazó, volví a sentir su perfume invadirme de una manera hermosa después de estos días que tanto se me habían complicado pasar.

-No sabes lo mucho que te extrañé ni todo lo que te quise abrazar, gracias. - me dijo al oído, no sabía que responderle, yo estaba temblando y él como si no pudiera contenerlo su primera reacción fue largarse a llorar, no podía parar.- ¿Podemos hablar?

Lo miré a los ojos sin poder terminar de entender en que punto habiamos llegado a estar así. - Si, dale. Pasá que estás empapado, te va a hacer mal.- Lo deje entrar una vez mas, perdiendo la cuenta de las veces que le abrí las puertas de mi casa, de mi vida. Valentin entró con una timidez que no vi nisiquiera el primer dia que nos conocimos, acá en este mismo lugar. Se sacó la campera mojada por la lluvia y sacudió su pelo para apoyar el vino en la mesa con extrema delicadeza. -Vení, subamos.- Propuse a lo que él solo se digno a seguir mis pasos.

-No pense que me ibas a dejar pasar- Solto despues de unos minutos de silencio en los que apenas pude mirarlo a los ojos, todavia sentía que así podia evitar que viera a traves de mi como siempre tuvo el poder de hacer.

-Yo tampoco, la verdad. - Me senté en el borde de mi cama alejandome de el. -No sé que tan bien está que te siga dando tantas oportunidades. Me parece que estoy quedando como una boluda, Valentin.

Una espera escrita ; Valentin OlivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora