Capitulo 💕 34

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Mile cerró su maleta de piel, se sentía tan apesadumbrado
que le costaba respirar. No había sido su intención
hacerle daño, pero lo había hecho. Aunque no quisiera,
no parecía capaz de ir por la vida sin hacer daño a la gente.
Y creía que Nattawin había sido su última víctima.
Había arruinado su reputación y la gente iba a recordarlo por el escándalo que había echado a perder la boda de su hermana.
Esa boda que había planeado con tanto detalle… Sabía que de nada le iba a servir disculparse, que no iba a creerlo si le decía que no lo había filtrado él.

Oyó un golpe en la puerta y recordó que tenía un coche
esperándolo para llevarlo al puerto. Había decidido irse en ferry y evitar así llamar más la atención con el ruido de un helicóptero.
Abrió la puerta y parpadeó al ver quién era.

–¡Nattawin!!! .

–Tenía que verte

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–Tenía que verte.

–¿Qué estás haciendo aquí?

–Eso es lo que iba a preguntarte yo.

Entró en la habitación y lo miró a los ojos.

–Adam Brightman me dijo que te ibas.

Dejó la puerta abierta. Supuso que no se quedaría mucho
tiempo, que solo quería decirle lo que pensaba de él. Lo
entendía, sabía que se merecía aquello. Se pasó la mano por el pelo.

–Creo que ya he hecho suficiente daño. No quería
quedarme para ver las consecuencias…
Natt se quedó mirándolo fijamente con sus brillantes ojos
verdes.

–Sé que tú no mandaste la foto del cuadro a la prensa –le
dijo Nattawin.

Mile frunció el ceño.

–¿Lo sabes?

Lo miraba con un gesto tan serio, tan joven y fresco… Y era tan bonito…

–Te conozco, Mile. Sé que te gusta reírte y bromear, pero
nunca harías daño a alguien que te importa.

–¿Crees que me importas? –respondió él.

Nattawin se quedó mirándolo a los ojos, de una manera tan directa y honesta que se quedó sin aliento.

–Te importo más que el dinero de tu familia. De lo contrario, no habrías decidido irte.

Se encogió de hombros, cómo si no le afectara lo que
acababa de decirle.

–No quiero el dinero de mi familia. De hecho, alguien está
interesado en el cuadro. Me han ofrecido tres millones de libras.  No está mal para un aficionado, ¿verdad?

–Pero no vas a venderlo. De todos modos, no puedes.
--Todavía lo tengo y no te lo voy a devolver.

–¿Quién crees que lo filtró a la prensa?.

–No lo sé… Probablemente un empleado del palacio.
Suelo tenerlo guardado en un cajón, pero hace un par de días lo dejé en el tocador mientras iba con Madeleine a la modista. No sé quién fue, pero se lo puse fácil.
Le bastó con hacerle una foto con un teléfono móvil,
por ejemplo.

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