Capitulo ⭐3

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No tardó en entender por qué la prensa criticaba su falta de estilo al vestir. Si lo que llevaba en esos momentos era su atuendo habitual, o no tenía ni idea de lo que le favorecía o vestía deliberadamente de esa manera para pasar desapercibido.
Llevaba un pantalón de cuadros por debajo de la rodilla, una blusa de algodón rojo y una gran chaqueta roja larga que cubria casi por completo su torso hasta las rodillas. Parecía un vagabundo, no un principeque ocupaba el segundo lugar en la línea de sucesión. Su cabello no era rubio ni castaño, sino de un tono Oscuro y medio claro tenía un aspecto general recatado y aburrido.

--Dios mío!! quien vestirá este príncipe que estropajos lleva, que alguien me explique cuál es esa moda pensé? --hablando para mí mismo.

-Bienvenido al palacio real de Preitalle, señor Romsaithong-lo saludó el príncipe en un tono cortés pero también frío. Tenía un ligero acento francés.
El principe extendió hacia él la mano derecha y no se le
pasó por alto que lo hacía por compromiso y educación, no porque le apeteciera tocarlo, todo lo contrario.
Vio cómo sus ojos se abrían con sorpresa cuando sus fuertes dedos envolvieron mi mano. Su piel era suave como los pétalos de una rosa y fresca como el tacto de la seda. Inclinó la cabeza hacia atrás para mantener el contacto visual con él, haciendo que se sintiera muy alto al lado de el.

Su mano revolotea entre sus dedos como un pajarito enjaulado y no pudo evitar sentir una oleada de calor en su cuerpo que se concentró en su entrepierna

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Su mano revolotea entre sus dedos como un pajarito
enjaulado y no pudo evitar sentir una oleada de calor en su cuerpo que se concentró en su entrepierna.
Mile lo soltó y tuvo que contenerse para no sacudir la
mano, como si así pudiera librarse de la sensación de hormigueo que ese breve contacto le había provocado.

-Gracias, alteza -repuso él con exagerada cortesía.
No era el hijo perfecto y todo el mundo lo conocía por su escandalosa vida, pero sabía cómo comportarse cuando la ocasión lo requería, aunque en realidad no creyera en esas tonterías. Para él, todo el mundo era igual, ya fueran ricos o pobres, miembros de la realeza o no.

El principe apretó con fuerza los labios. No sabía si estaría molesto con la situación o si era simplemente un gesto de nerviosismo o timidez, pero solo consiguió atraer su mirada hacia esa parte de su anatomía.
Tenía unos labios gruesos, carnosos, sin necesidad
Era una boca que parecía concebida para la pasión más intensa, pero que estaba en completo desacuerdo con el resto de su cuerpo y su aspecto. --Dios mio y que aspecto
No podía dejar de pensar si ese principe tendría un
lado salvaje que escondía bajo esa ropa tan poco atractiva y una personalidad más bien fría.
Pensó que, después de todo, tal vez su exilio en esa isla no fuera a ser una completa pérdida de tiempo...
Nattawin se apartó de él como si necesitara poner algo de distancia entre los dos. Cuadró sus hombros y cruzó las manos frente a el.

-Tengo entendido que va a ser mi ayudante -le dijo el
principe, No estaba acostumbrado a que Nadie lo tratara de esa manera. Era muy diferente, No lo miraba con una sonrisa tonta No le susurraba al oído ni reía sus
bromas. Tampoco trataba de seducirlo con palabras como hacían otros.

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