Capitulo ♨️20

35 13 0
                                    

-¡Basta! Me estás haciendo daño.

Mile aflojó un poco la mano, pero no lo suficiente como
para que el pudiera apartarse.

-He dicho que te calles, estás montando una escena.

-¡No eres mi jefe! No puedes darme órdenes -protestó Nattawin.
Sabía que sonaba como un niño pequeño, pero estaba tan molesto que no le importaba nada. Plantó los pies con firmeza en el suelo y se negó a avanzar.

-Mira quién es ahora el que está actuando de manera
inmadura...

-¡Idiota! -exclamó el sacándole la lengua.

Sabía que estaba pasándose de la raya, pero le estaba sentando muy bien pelearse con él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sabía que estaba pasándose de la raya, pero le estaba
sentando muy bien pelearse con él. Se sentía eufórico. Era como si le hubieran inyectado una potente y embriagadora droga. No quería dejar de hacerlo, era la primera vez que le cantaba a alguien las cuarenta como lo acababa de hacer con él y se dio cuenta de que era algo que debería hacer más a menudo. Era muy agradable poder defender su postura y negarse a hacer
algo. No estaba acostumbrado a llevar la contraria a nadie.

-Será mejor que no empieces con insultos. Te aseguro que Yo sé muchos y bastante más fuertes -le advirtió Mile.
Tiró de el hasta que llegaron al hotel. Atravesaron el
vestíbulo y Mile ignoró a todos los miembros del personal que se acercaron para ver cómo podían ayudarles. Ni siquiera los saludó.

Fue directo al ascensor y apretó con fuerza el botón. Como si no se atrevieran a desobedecerle, las puertas se abrieron al Instante. Tiró de el para que entrara con él y, antes incluso de que terminaran de cerrarse las puertas,
lo había presionado entre la pared para besarlo.
No tenía nada que ver con su primer beso.
No era un beso con el que buscara seducirlo, sino castigarlo.
No estaba destinado a inducir placer, sino dolor. Era como si la furia que tenía enterrada tan profundamente dentro de él por Fin hubiera encontrado una manera de salir a la superficie.

No tardó en rodear su cuello con los brazos y apretar su cuerpo con tanta fuerza contra el de él que pudo sentir su abultada erección, palpitando de deseo contra su vientre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No tardó en rodear su cuello con los brazos y apretar su
cuerpo con tanta fuerza contra el de él que pudo sentir su abultada erección, palpitando de deseo contra su vientre. Notó sabor a sangre en su boca y supo de alguna manera que era la suya. Pero, en lugar de tratar de escapar, le devolvió el beso con la misma intensidad jalando su cabello, usando sus dientes, su lengua y sus labios como si fuera el último beso, como si le fuera la vida en ello.

El Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora