Capitulo ⭐5

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-La última prueba del vestido es la semana antes de la boda, a las diez de la mañana.

-No has vuelto a salir con nadie desde entonces.
Se dio cuenta de que Madeleine no parecía dispuesta a
cambiar de tema por mucho que lo intentara Nattawin, era como un perro con un hueso.

-No puedes pasar el resto de tus días encerrado en el
palacio. No dejes que una mala experiencia sentimental eche a perder tu vida. ¡Por el amor de Dios, tienes veintitrés años! --Deberías salir de fiesta y pasártelo bien. -Estás perdiéndote los mejores años de tu vida.

-No me estoy perdiendo nada -respondió Naat con toda la convicción que pudo. Aunque nunca había sido tan extrovertido como su hermana, tampoco había sido una persona tan tímida y modesto

como la veían muchos, pero no le gustaba salir de noche.
Su primera relación sexual la había tenido a los dieciocho años y había sido una valiosa lección para el, le había
enseñado a no confiar en nadie. Después de aquello, había encontrado fotos de sus momentos más íntimos en el teléfono de su novio, imágenes que ese cretino había compartido con sus amigos. Había sido un momento muy doloroso para el, una pérdida total de la inocencia y en más de un sentido.
Por suerte para el, su padre había sido capaz de bloquear las fotos y evitar que siguieran circulando, pero no había vuelto a tener relaciones íntimas con nadie desde entonces.

Trataba de convencerse de que no lo echaba de menos.
Prefería no pensar en la caricia de su piel desnuda contra otro cuerpo, en el calor y la pasión que podían provocar los besos ni en lo eróticos que podían llegar a ser esos momentos en los que se liberaban los impulsos más primarios... No se permitía el lujo de pensar en ello.
La pasión era demasiado abrumadora, impedía que las personas pensaran con la cabeza y hacía que perdieran el control.

Durante esos últimos años, había sentido que su parte más sensual se había ido marchitando poco a poco hasta morir. Eso era lo que había pensado hasta esa tarde, cuando se había visto completamente envuelto en la intensa y masculina sensualidad de Mile Romsaithong.
Se había sentido atrapado, sin poder controlar los
escalofríos que recorrían su espalda. Todavía podía sentir cierto cosquilleo en su cuerpo, moviéndose por sus venas a toda velocidad.
Cerró un instante los ojos, no podía pensar en él de esa
manera. Mile Romsaithong era el último hombre sobre la faz tierra con el que querría tener algo que ver.
Era promiscuo e inmoral todo un playboy..
No, no podía ser. Se dio cuenta de que no podía olvidar
nunca cómo era ese hombre y decidió que lo mejor que podía Hacer era ponerlo a trabajar.

Mile estaba bebiéndose un martini cuando oyó un golpe en la puerta de la suite en la que se alojaba, en el ático del hotel. Bajó los pies de la otomana, se levantó y se estiró mientras se acercaba a la puerta.

-¡Vaya vaya, qué sorpresa!!! -exclamó al ver quién era-

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-¡Vaya vaya, qué sorpresa!!! -exclamó al ver quién era-. Hola, Princesito, Llegas justo a tiempo.

Lo fulminó con una mirada que habría sido capaz de talar un olmo de trescientos años. Levantó hacia él la cara e hinchó el pecho con una profunda respiración. Era como si estuviera tratando de reunir las fuerzas necesarias para enfrentarse a él.
Ese lado de su personalidad tan combatiente le pareció muy Entrañable, sobre todo sabiendo cuánto solía controlarse.

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