Capitulo ⭐ 12

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Nattawin estaba muy satisfecho con el mismo y no podía dejar de sonreír por dentro mientras caminaba por la playa principal del principado una hora más tarde.
Podía imaginarse a Mile Romsaithong en su ático
con una botella del mejor champán francés en un cubo de hielo, la sábana de seda de su cama apartada... tal vez incluso hubiera esparcido pétalos de rosa sobre el colchón. Velas encendidas en la mesilla de noche, Llenando el ambiente con un aroma de bergamota y sándalo.

Su Cuerpo esbelto y musculoso envuelto en una bata de seda azul, el color de los hoteles Romsaithong, y el anagrama de la empresa bordado en oro en el lado derecho. Podía imaginarlo esperando a que el llamara
a la puerta para seducirlo. Sonrió al pensar en cuánto iba a tener que esperar por el, iría sintiéndose más frustrado y enfadado según pasaran las horas.
Sentía que había ganado al menos una batalla.

Siguió caminando por la playa, perdiéndose entre la multitud de bañistas. Llevaba un chándal, una camisilla y pantalón blanco la cabeza medio cubierta con una gorra . Sabía que se parecía a cualquier otro chico que iba a la playa para andar o correr. Nadie podía reconocerlo.

Podría haber ido a una de las playas más privadas de la isla, pero le gustaba estar entre la gente, fingiendo que era normal, tratando de imaginar lo diferente que habría sido su vida si no
hubiera nacido príncipe. Envidiaba al resto del mundo, nadie los presionaba para que tuvieran siempre un aspecto perfecto.
Nadie criticaba sus hábitos, su manera de ser ni la ropa que llevaban. Tampoco tenían que preocuparse por saber si la gente se acercaba a ellos porque formaban parte de la casa real o si de verdad apreciaban cómo eran por dentro.

Pasaba por uno de los bares de la playa cuando atrajo su atención un cuerpo masculino, esbelto y tonificado, que se estiraba perezoso en una de las tumbonas

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Pasaba por uno de los bares de la playa cuando atrajo su atención un cuerpo masculino, esbelto y tonificado, que se estiraba perezoso en una de las tumbonas. El resplandor de la crema solar en su piel hacía que su cuerpo se asemeja al
de una escultura de bronce, como las de los dioses griegos que había visto en la Galería de Arte Nacional. Sus músculos abdominales estaban muy marcados, tenía piernas fuertes y largas y el ajustado bañador negro no dejaba nada a la imaginación, parecía orgulloso de su masculinidad y tenía motivos para estarlo.

Tenía lo que parecía un exótico cóctel con sombrilla de papel y todo en la mesita al lado de la tumbona y una preciosa joven rubia estaba inclinada sobre él, ofreciéndole un aperitivo de los que llevaba en la bandeja

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Tenía lo que parecía un exótico cóctel con sombrilla de papel y todo en la mesita al lado de la tumbona y una preciosa joven rubia estaba inclinada sobre él, ofreciéndole un aperitivo
de los que llevaba en la bandeja.

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